La Cripta arqueològica de la Presó de Sant Vicent Màrtir custodia una capilla funeraria de
época visigoda descubierta en el curso de una excavación arqueológica. El edificio, que
se encuentra en excepcional estado de conservación, tiene planta de cruz y cubierta
abovedada, en origen estaría unida a la catedral visigoda de la época (siglos VI-VII), formando parte del
recinto episcopal. El hallazgo de dos grandes cistas de enterramiento en las esquinas al lado del ábside y
de una tumba en el crucero, enmarcada entre cuatro soberbios ricamente decorados canceles del presbiterio,
lleva a pensar que la construcción tuviera un carácter funerario. En su interior se cree estaría enterrado
un prelado u obispo valentino (Justiniano) de mediados del siglo VI. También se han encontrado restos de la cabecera de la catedral
visigoda.
El edificio siguió en pie a lo largo del tiempo, siendo transformado en época
islámica en baños del recinto palatino musulmán. A principios del siglo XI se produjo una
transformación importante del conjunto y quizás el asolamiento de parte de sus
estructuras a juzgar por el estrato de derrumbe descubierto en las excavaciones, en el
cual se hallaron gran cantidad de cerámicas y objetos suntuarios, algunos de los cuales
pueden verse en la misma cripta.
Tras la conquista cristiana en el año 1238, sobre los
restos que quedaban en pie del edificio (solo el brazo norte del crucero), Jaime I mando edificar una capilla,
dedicada a san Vicente Mártir, pues todavía se conservaba memoria de la vinculación del santo con el entorno,
capilla que ha llegado hasta nuestros días y a la que se accede por la plaza de la Almoyna. Es la conocida como Cárcel de San Vicente Mártir.
Entre los elementos que encontramos en la cripta figuran un fragmento de pintura mural romana con representación del dios Mercurio, parte
de un sarcófago esculturado paleocristiano, canceles visigóticos fechados en el siglo VII así como diversas piezas de cerámica de los
siglos X y XI.
La visita a la Cripta Arqueològica de Presó de Sant Vicent Màrtir constituye una
asombrosa experiencia por la magnitud de los restos arqueológicos y por la
espectacularidad del audiovisual que los acompaña.
La cárcel de San Vicente Mártir se encuentra en el interior de moderno edificio recayente a la
Plaza de la Almoyna, donde se haya abierta una capilla que nos recuerda que según la tradición, en este lugar se encontraba una de las
cárceles donde fue encerrado
San Vicente Mártir en el siglo IV. Perteneció a la casa del Chantre hasta la desamortización de 1835.
Bajo el edificio se han encontrado restos arqueológicos que reciben el nombre de Cripta Arqueológica de la Cárcel de San Vicente Mártir.
Se tiene constancia que desde el siglo XIV existía la capilla dedicada al santo y que en 1427 se construyó una capilla de nueva
planta que es la que nos ha llegado hasta nosotros con varias restauraciones en su historia no todas afortunadas. La portada de acceso se realizó en
1831 a expensas del chantre don Miguel Cortés que además reconstruyó la capilla.
A la capilla se accede a través de una portada formada por un arco de medio punto a la que flanquean dos columnas adosadas toscanas que
sostienen un entablamento de metopas y triglifos. Por encima de este, un segundo cuerpo en cuyo nicho central
encontramos una pequeña figura de San Vicente Mártir obra de 1998 del escultor valenciano Rafael Orellano.
La capilla original se dice fue mandada construir por el propio rey don Jaime I el Conquistador, la actual, está dividida en su interior por dos espacios separados por
un arco apuntado. Al fondo de la estancia un altar y un
panel frontal de "socarrats"
representando una escena del martirio de San Vicente Mártir. En el ángulo inferior derecho dice: Pintó: Lola Miralles. Dibujó: Antonio Tomás. Enero 2004.
Quart de Poblet.
En la clave de la bóveda del primer tramo encontramos la misma escena que en el panel frontal, una representación del martirio del santo
muy conocida y representada a lo largo de la historia. En la misma el santo esta sujeto al potro mientras le clavan unos garfios para
romper su piel a tiras. En la
clave del segundo tramo vemos al santo protegido por unos cuervos y así evitar que su cuerpo fuera devorado por otros
animales. La restauración integral de la capilla fue llevada a cabo en 1970 por el arquitecto municipal Emilio Rieta López, fecha
en que se colocó además el retablo en forma de "socarrat" que la adorna.