El convento de Nuestra Señora de Belén hoy desaparecido y no hace tantos años, se encontraba situado extramuros de la ciudad, mas o menos a la altura del
antiguo Hospital General (hoy Biblioteca Pública). El convento se situaba exactamente
frente a la puerta de la muralla conocida como "Portal dels Innocents" y estaba habitado por
monjas dominicas. Fue demolido en junio de 1936 por amenazar ruina. El monasterio fue construido junto a un cementerio conocido como de los Apestados, por que allí
eran enterrados los muertos de peste habidos en la epidemia de 1647/1648. La tapia del convento hacía pared con la cerca del cementerio, esta situación tan anómala fue
fuente de controversia con las autoridades ya que las monjas se quejaban del mal olor y el aire enrarecido que producía el cementerio y su particular abandono.
Para situarlo más exactamente diremos que este convento se encontraba situado en el chaflán formado por las calles
Guillen de Castro y Cuenca aproximadamente.
Una de las paredes de la iglesia (la del lado del evangelio)
recaía a la actual calle de Guillen de Castro, obvio es decir que en el lugar
donde se encontraba el convento actualmente sólo se levantan edificios modernos.
El convento puesto bajo la regla dominica, fue fundado en 1665 por Jacinto Sans, jurado de la ciudad de Valencia. En 1667 las
primeras monjas pudieron entrar en el convento.
Su primera abadesa sería Inés de Sisternes y Oblites (* Valencia 21-01-1612 † Convento de Belén 29-12-1668),
conocida como sor Inés del Espíritu Santo. Inés de Sisternes profesó
en el Monasterio de Santa María Magdalena de Valencia (ya desaparecido) el 23 de enero de 1629 y en el devenir de su vida fundó un monasterio en
Villarreal y otro en Carcagente.
Un óleo realizado al poco de morir con su verdadero rostro se conservaba en el monasterio, pero fue quemado en 1936.
Los restos de Inés de Sisternes pasaron en 1936 al Convento agustino de San José y Santa Tecla que por entonces ocupaban el Monasterio de
San Vicente de la Roqueta. Al estallar la guerra, milicias republicanas asaltaron el convento de la Roqueta y encontraron el cuerpo incorrupto de la
monja, por lo que fue sacado y arrastrado por la Gran Vía Fernando el Católico donde finalmente quedó abandonado. Después de muchos avatares sus
restos descansan en la actualidad en el Monasterio de la Inmaculada de Torrente.
La iglesia del Convento de Belén era de planta de cruz latina, obra de Francisco Padilla, disponía de cúpula de
planta octogonal en el crucero y campanario en la cabecera. Tenía dos portadas gemelas, la occidental daba
su entrada al crucero, mientras que la otra se situaba a los pies de la iglesia y daba acceso a un vestíbulo. Uno de sus
altares se encontraba bajo la advocación del Santísimo Cristo de Arrancapins (Arrancapinos).
La cúpula se cubría con teja vidriada de color azul. Su interior se decoraba con pilastras de orden compuesto. La iglesia fue acabada en 1684.
El convento contaba con un claustro alrededor del cual se disponían las distintas estancias propias
del monasterio. El claustro fue construido en la segunda mitad del siglo XVII en estilo renacentista y contaba con dos pisos, ambos con
arcos de medio punto separados por pilastras toscanas.
El convento sufrió grandes daños en 1811 durante la Guerra de la Independencia y en 1823 durante el periodo conocido como Trienio liberal; lo que
obligó a efectuar una total renovación en 1864. En 1936 el convento fue vendido por las monjas ante la situación de ruina en que se encontraba.
Existe documento notarial que en 1705 las monjas del Convento de Belén de Valencia, entregaron una astilla del "Lignum Crucis" que ellas
poseían, a la Iglesia parroquial de Ademuz.
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