Introducción
Nombre: Monasterio de San Pedro
Localidad: Siresa-Huesca. Comarca de la Jacetania. En el valle de Hecho (chesos). Comunidad Autónoma de Aragón
Estilo: románico Siglos IX-XII-XIII
Declarado Monumento Histórico Artístico en 1931
Gentilicio: siresanos
Situado entre el río Veral y el Barranco Hospital. En el río Aragón Subordán
Es el monasterio situado más al norte de todo Aragón y se encuentra a 822 metros de altitud
Historia
Fundado hacia el año 836, por el conde de Aragón
Galindo Garcés, bajo la regla de San Crodegango (* Hesbaye-Bélgica † Metz-Francia 06-03-766), es seguramente el primer
monasterio de Aragón, aunque ya contaba con antecedentes visigodos y habría servido además
como hospedería a los transeúntes de la calzada romana allí existente.
La calzada romana discurría desde Zaragoza y Berdún por el Valle de Hecho, dirección al Bearn francés a través del puerto
de Palo. Este puerto era el usado por los peregrinos que se dirigían hacia Santiago de Compostela y por las gentes provenientes
del sur de Francia hasta que perdió importancia en favor del paso de Somport (hacia el año 1000).
Los antecedentes visigodos quedaron demostrados en las excavaciones del verano de 1991, que
pusieron de manifiesto estructuras correspondientes a una iglesia de tres naves y ábside
rectangular, a la altura del crucero actual. El primer abad de este monasterio fue
Zacarias y en este primer momento contaba con mas de ciento cincuenta monjes, lo que demuestra la importancia
del monasterio. En el 848 el monasterio fue visitado por el monje Eulogio de Córdoba (* Córdoba ca.800 † Córdoba 859) que quedó admirado de su espléndida
y bien surtida biblioteca. En estos momentos el abad del monasterio era Odoario.
Ante la desintegración del imperio carolingio, el monasterio entró en una fase de declive, que
intentó ser superada, con la donación efectuada por el conde Galindo I Aznarez († 867) de la villa de Hecho al monasterio, en una fecha indeterminada pero
antes del 867. En el 922 fue restaurada la sede episcopal de Jaca estando al frente el obispo Ferriolo, lo que favoreció un nuevo pero efimero renacimiento
cultural.
En el año 1082, el Rey Sancho Ramírez concedió a esta iglesia el título de Capilla Real,
estableciéndose la Orden de Canónigos Regulares de San Agustín y convirtiéndose en priorato
del obispado de Jaca. En este momento el monasterio no se sabe porque motivo se encontraba en
poder de laicos.
En Siresa fue educado
Alfonso I el Batallador, bajo la tutela de la Condesa doña Sancha, viuda de Ermengoll III de Urgell.
En esta época Siresa disfrutó de un cierto resurgimiento. Sin embargo el renacimiento de la
antigua abadía se truncó hacia 1145 cuando al unirse las diócesis de Jaca y Huesca, el monasterio pasó a depender
de la Catedral de Jaca. Siresa perdió importancia en favor de la ciudad de Jaca, permaneciendo en el valle solo un grupo de doce monjes.
Las notas mas destacadas del monasterio siresense eran la caridad, la humildad, la magnanimidad,
la obediencia, la solidaridad, la hospitalidad, la ausencia del vicio de la murmuración y la oración continua incluso nocturna. Con estas palabras
se refería el obispo cordobés Eulogio en su visita al monasterio.
Aunque llegaron a vivir cien monjes, en la actualidad solo es parroquia de Siresa, barrio
agregado a Hecho en el siglo XIX.
Actualmente del monasterio solo se conserva la iglesia. Dispuso de una rica biblioteca y "scriptorium", digna de elogio, y el monasterio se convirtió en uno
de los focos culturales más importantes de la Península.
Características
Iglesia de planta de cruz latina, una sola nave de tres tramos desiguales, nave de transepto de tres tramos y crucero, formándose la cabecera
por un ábside semicircular al interior y poligonal al exterior. La cabecera se levanta sobre una cripta con el fin de
salvaguardar la irregularidad del terreno sobre el que se asienta. Es de remarcar la calidad de
la construcción, apreciable en la solidez arquitectónica y el buen tallado de la sillería, y en la
ausencia de escultura alguna, caso único entre las obras mas notables de la zona.
De los tres tramos del crucero, el tramo central se cubría con bóveda de arista, mientras que
los laterales lo hacían con bóveda de cañón. En la última restauración efectuada en 1990 la bóveda de arista
del crucero fue transformada en bóveda de cañón y además se construyó el actual cimborrio.
Tanto la nave principal como el transepto van cubiertos interiormente con bóvedas de cañón, estando apoyada
en el caso de la nave por tres dobles arcos fajones sobre pilastras igualmente dobladas. El cierre del ábside es de bóveda de cuarto de esfera.
En todos los casos, las bóvedas principian desde una imposta, habiendo otra
imposta a la altura de la base de los ventanales en ábside y transepto.
En varios lugares del transepto hay unas especies de hornacinas con su correspondiente
abovedado de cuarto de esfera, que han dado lugar a altares secundarios. Al pie de la nave
hallamos la portada principal.
Tanto en los vanos abiertos al exterior como en los ciegos, se rebaja el grosor del muro por
medio de arcos en degradación, para hacer factibles las aberturas en un muro de tamaño
calibre.
Destaca la iglesia por sus dimensiones (36,5 metros X 29 metros), por los sillares rojizos
muy regulares y por su sobriedad.
En el interior de la iglesia, una
tribuna abierta al exterior de la nave demuestra su origen carolingio.
Se accede a ella mediante una escalera situada en el lado occidental. La tribuna es de planta
rectangular y se cubre con bóveda de crucería.
En la impresionante austeridad arquitectónica de Siresa sólo se advierten dos elementos
decorativos: el cordón achaflanado y los arcos ciegos. El cordón recorre horizontalmente,
a manera de cornisa, el interior de los muros de la nave y del crucero. En el ábside el cordón
se halla en la base de las cinco ventanas, tanto las ciegas como las practicables. Cuenta la
leyenda que en uno de los huecos abiertos en el ábside se encontró escondido el Santo Grial que
hoy se puede contemplar en Valencia.
Destaca sobre el transepto la estructura que cobijaba el cimborrio original, que fue
transformado en bóveda de arista.
Se refuerza el ábside en su exterior por medio de cuatro contrafuertes de forma rectangular que
llegando a la altura de la base de los ventanales se transforman en triangulares, terminando bajo
el alero del tejado, y entre ellos se abren cinco ventanales de doble arco de medio punto sobre
imposta, de los que los de los extremos y el central se abren al interior de forma abocinada
mientras que los dos intermedios son ciegos.
El ábside alargado y poligonal está rodeado por pilastras que delimitan sus lados, y que a la
altura del arranque de los vanos, se transforman en agudas proas. Esta forma angulada de los
contrafuertes absidiales es única en el románico aragonés.
Los brazos del crucero se refuerzan en los hastiales con tres contrafuertes, cerrándose los de los
extremos hasta concluir en un vértice central, dando marco a tres ventanales dispuestos en forma
triangular y similares a los del ábside y de los que solo el superior presta iluminación al
interior, al ser ciegos los inferiores. En los laterales de los brazos del transepto hay dos
ventanales por lado con un contrafuerte entre ellos, siendo abiertos los orientados al Este y
ciegos los que miran al Oeste.
En el centro de los brazos del crucero un pequeño contrafuerte, marca la situación de los
absidiolos. En el lado sur, una capilla construida delante, lo oculta en parte.
Podemos dividir el lateral meridional de la nave en dos niveles, habiendo en el superior tres
grandes ventanales del mismo estilo que los descritos anteriormente y un campanario con dos
vanos al lado del pie de la nave, mientras en el inferior se abren cuatro grandes arcos, estando
dentro de uno de ellos la portada lateral y siendo cegados los restantes. En el hastial occidental
se encuentra la portada principal en el interior del cuerpo saliente del nartex y muy cerca del
alero dos ventanales gemelos, habiendo más abajo un pequeño ventanal que ilumina la ya mencionada
galería existente sobre el nartex en el interior.
La portada principal, pronunciadamente abocinada, se constituye a partir de un triple arco de
medio punto sobre una imposta que se cierra por el exterior formando un semicírculo y presentando
un crismón trinitario labrado sobre su tímpano de posterior factura a la edificación. La portada
existente en el lateral de la nave se inscribe dentro de un triple arco de medio punto sobre
imposta, pero no comparte el mismo centro del semicírculo, al estar a menor altura, y tiene una
decoración a base de alternancia de sillares y dovelas de distintos tamaños en todo su perímetro,
tanto en el arco como en las jambas que lo apoyan.
En el brazo norte del crucero se encuentra el original arco en forma de mitra, distinto de los
arcos románicos al uso en la región. Un contrafuerte centrado, señala el absidiolo al interior.
La liturgia procesional carolingia precisaba de iglesias de tres naves; y es dado suponer que
hubo a ambos lados de la actual nave, otras dos, comunicadas por los grandes arcos ciegos hoy;
pero en realidad cegados, de ambos paramentos norte y sur. El crismón trinitario, se adecuó
a la portada en la reforma del siglo XII.
A finales del siglo XIII, la iglesia se restaura, la diferencia entre la fábrica primitiva
y la obra de restauración está perfectamente señalada; en la primera, se empleó piedra caliza
en hiladas bien dispuestas, mientras que en la segunda es de mampostería y tosca.
Bienes Muebles
A la iglesia pertenece una colección de retablos góticos dedicados a la
Santísima Trinidad (siglo XV) obra de Pedro García de Benabarre (* Benabarre-Huesca 1445 † 1485),
San Juan Evangelista (siglo XV) obra de Blasco de Grañen († Zaragoza 1459), Santiago (siglo XV) y San Esteban (siglo XV). Otros dos retablos son los
dedicados a Nuestra Señora del Rosario (siglo XVIII) y a San Blas (siglo XVI). También a ella pertenecen una imagen
de la Virgen de Siresa, románica del siglo XIII y un Cristo gótico de madera policromada, de la misma
época de gran merito artístico (único en su época y en su estilo). Es conocido como Cristo de Siresa.
El Altar Mayor está presidido por la figura de San Pedro sentado en su catedra, con la tiara papal y las llaves del Cielo en sus manos.
Es obra en piedra policromada realizada en 1604 en estilo barroco por Juan de Bescós. La talla procede del antiguo retablo de la Catedral
de Jaca.
A destacar también dos pilas bautismales de jaspe. Según dicen las crónicas
en una de ellas, la situada junto a la escalera de ingreso al templo fue bautizado el rey de Aragón Alfonso I el Batallador.
Ficha técnica
Fecha de realización página: 9 de Septiembre de 2.003
Fecha última modificación: 19 de Noviembre de 2.004
Lugares de interés de Siresa
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