Palacio ducal de Pastrana

Introducción

Nombre: Palacio ducal de Pastrana
Ubicación: Pastrana (Guadalajara). Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha
Propietario: Universidad de Alcalá de Henares (Madrid)
Declarado Monumento Nacional en 1941 y Conjunto Histórico Artístico en 1966
Pastrana está en la lista de los pueblos más bonitos de España
Comarca de La Alcarria
Gentilicio: pastraneros

Historia

El actual palacio ducal fue mandado construir en 1542 por Ana de la Cerda y Castro (* ca. 1483 † 1553), condesa consorte de Mélito, al arquitecto Alonso de Covarrubias (* Torrijos, Toledo 1486 † Toledo 15-03-1570), uno de los más prestigiosos arquitectos de la época (siglo XVI). Ana de la Cerda, viuda de Diego Hurtado de Mendoza y Lemos (* Manzanares el Real, Madrid ca. 1468 † Toledo 1536) había comprado en 1541 al rey Carlos I, la villa de Pastrana con una fuerte oposición de la villa que no querían perder su derecho de realengo. Diego Hurtado de Mendoza y Lemos era uno de los lindos pecados del cardenal Mendoza, en palabras de la reina Isabel la Católica.

Las obras del palacio nunca llegaron a terminarse, los problemas surgidos entre el concejo de la villa y la condesa viuda de Mélito, la llevaron en los últimos años de su vida a marcharse a vivir a la ciudad de Toledo, harta de los pleitos judiciales que le planteaban los vecinos de Pastrana. Sin embargo el apogeo del palacio y su encumbramiento a la categoría ducal, le vendría por sus sucesores y por un personaje en particular Ana Hurtado de Mendoza y de Silva, nieta de la condesa de Mélito.

Con el palacio inacabado, los sucesivos duques de Pastrana, se desentendieron del mismo, solo ocasionalmente acudían a Pastrana para resolver asuntos de interés. En el siglo XVIII, el palacio le fue entregado en donación testamentaria a la Compañía de Jesús, que lo compartimentó para usarlo como viviendas. Al ser estos expulsados de los reinos hispanos en 1767, la propiedad palaciega pasó al arzobispado de Toledo quien mantuvo su peculiar uso privado. A partir de ese momento, el palacio empezó a pasar por diversas manos, utilidades, viviendas, talleres e incluso pasó a pertenecer a la mitra de Sigüenza a mediados del siglo XX.

En 1999 al pasar a propiedad de la Universidad de Alcalá, los arquitectos Carlos Clemente San Román y Antonio Fernández Alba (* Salamanca 17-12-1927 † Madrid 07-05-2024) terminaron el proyecto palaciego pero dotándolo de una estructura interior (sobre todo el patio central) acorde a la función educativa y cultural de la universidad.

La historia del palacio ducal de Pastrana está ligada a la figura de Ana Hurtado de Mendoza y de Silva (* Cifuentes, Guadalajara 29-06-1540 † Pastrana 02-02-1592), casada con Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli (ciudad de Nápoles) y I duque de Pastrana en 1572 nombrado por el rey Felipe II. Era por tanto Ana Hurtado, princesa consorte de Éboli y duquesa consorte de Pastrana. A la muerte de su esposo Ruy Gómez en 1573, la viuda inició una vida cortesana resplandeciente en la corte madrileña del rey Felipe II.

Ana Hurtado de Mendoza y de Silva, empezó a ser conocida sencillamente y así ha pasado a la historia como la Princesa de Éboli, además, de por su característico parche en un ojo, del que se ha dicho mucho, desde algún tipo de enfermedad (lo más probable), un accidente practicando el esgrima y hasta que era un signo de coquetería y frivolidad. En la corte de Madrid a la Princesa de Éboli se le relacionó con Antonio Pérez del Hierro († París 07-04-1611) secretario todopoderoso del rey Felipe II y conocedor de todos los secretos de estado del reino.

La relación entre Antonio Pérez y la Princesa de Éboli fue muy cercana, aunque no se sabe si iba más allá de lo prohibido (probablemente si). Lo que si que parece estar claro es que los secretos que guardaba Antonio Pérez eran de interés para la Princesa. La relación de ambos personajes se hizo evidente para Juan de Escobedo (* Colindres, Cantabria 1530 † Madrid 31-03-1578), secretario de Juan José de Austria, hermanastro del rey. Antes que la relación de ambos personajes llegará a oídos del rey, Escobedo fue asesinado y las responsabilidades cayeron en Antonio Pérez y en la Princesa de Éboli. En el asesinato de Juan de Escobedo también salía mal parado el rey, del que se decía que tenía conocimiento de su asesinato o al menos no quiso saber nada de ello.

La princesa de Éboli se encontraba en medio de toda una trama política que a día de hoy sigue sin estar resuelta, se se le menciona como una de las amantes del rey, el caso es que todas estas cuestiones políticas de secretos de Estado fue lo que llevó al rey a encerrarla en su palacio ducal de Pastrana hasta el momento de su muerte en 1592. Antonio Pérez fue detenido en 1579 pasó por diversas cárceles de Madrid, vuelto a detener en 1585 para finalmente en 1591 escapar al Reino de Aragón y acogerse a su condición natalicia aragonesa para escapar de la justicia del rey. De Zaragoza pasó a Francia escapando de España. Felipe II en venganza o tal vez pensando que la Princesa de Éboli podía seguir el mismo camino, mandó encerrarla en su habitación levantando un muro en su puerta y con el mínimo contacto del exterior. Finalmente Ana Hurtado de Mendoza fallecería victima de la enfermedad. Si en un principio la reclusión de Ana Hurtado de Mendoza estaba limitada al propio palacio, en ocasión de la marcha a Francia de Antonio Pérez, la llevó a un encierro en una única habitación y con solo una ventana que miraba a la actual plaza de la Hora. Esta plaza tiene su curioso nombre, ya que a la prisionera se le permitía solo una hora diaria junto a la ventana. En su encarcelamiento solo estuvo acompañada por su hija pequeña y tres criadas.

Por el palacio pasó en 1569 Teresa de Ávila (futura santa Teresa de Jesús) en su camino fundacional de conventos. En Pastrana fundó dos conventos, uno de ellos el de san José, ambos a instancias de los duques de Pastrana y si en un principio ambas congeniaron, bien pronto surgieron discrepancias que llevaron a la futura santa a cerrar el convento de san José y llevarse a las monjas a otros lugares. Y es que a la muerte de su esposo, la Princesa de Éboli ingresó en el convento (muy cerca de su palacio), era tal su ritmo de vida y sus exigencias que las monjas huyeron del lugar. Sola en Pastrana, marchó a la corte de Madrid a lucir su parche en el ojo (derecho) y triunfar en los reales salones.

Características

La villa de Pastrana está ligada al palacio ducal y a la colegiata de Santa María, ambos edificios ligados a la poderosa familia Hurtado de Mendoza. De estilo renacentista, tiene planta cuadrangular con cuatro potentes torres esquineras de no demasiada altura pero si de poderosa estructura. En el centro de su planta un gran patio descubierto alrededor del cual giraban las distintas dependencias. Frente al mismo se levanta la actual plaza de la Hora, que en su momento hacía de plaza de armas.



La fachada principal realizada en piedra de sillería, mira a la plaza de la Hora, es un enorme paramento donde además de ventanas, se abren troneras y saeteras en su parte más alta. La puerta principal que se abre en el centro de la fachada, es un gran arco de medio punto con decoración de almohadillados, y en donde destacan dos bustos no identificados pero probablemente puedan ser los de Ana de la Cerda y su esposo Diego Hurtado de Mendoza. La puerta queda enmarcada por un entablamento entre dos columnas de fustes estriados que se levantan sobre un plinto y se rematan con capiteles corintios. En el centro del entablamento se puede leer: "DE MENDOCA I DE LA CERDA". En el interior del frontón partido dos niños tenantes sujetan un único escudo con las armas de los Mendoza y de la Cerda. Años más tarde ya hacía mediados del siglo XVII se abrió el balcón central que remata la portada, por ser este un perfecto mirador de los festejos que se celebraban en la plaza de armas.

La torre situada a la derecha de la fachada principal es la conocida como Torre de Levante, en el segundo piso de esta torre se puede ver una ventana cerrada por una reja de hierro, a modo de celosía. Esta ventana se corresponde con la habitación privada de la Princesa de Éboli, allí estuvo encerrada desde 1581 hasta el mismo momento de su muerte en 1592. Y es que el palacio fue en realidad la cárcel particular en que fue encerrada la duquesa de Pastrana por el rey Felipe II. A la Princesa de Éboli nunca se le abrió causa judicial alguna, ya que su detención era una cuestión de estado, tenía prohibidas las visitas, recibir noticias y cualquier comunicación con el exterior. Largos años de encierro donde solo se permitía salir al citado balcón durante una sola hora al día, es por ello que la plaza que lo enfrenta pasó a llamarse plaza de la Hora. En su encierro de once años solo se le permitió como acompañante a su hija Ana de Silva, estando sometida a una estricta soledad por ordenes directas del rey. A la muerte de la Princesa de Éboli, fue inhumada en la colegiata de Pastrana, en cuya cripta bajo la capilla mayor descansa junto a su marido y junto a otros miembros de su linaje.

Todos los objetos muebles que hubieron en el palacio desaparecieron con el transcurrir de los años, solo queda original, las techumbres y artesonados de estilo plateresco contemporáneos de Alonso de Covarrubias y los zócalos de azulejos toledanos de estilo mudéjar que todavía adornan algunas habitaciones del palacio.

Aunque el proyecto del palacio es obra personal de Alonso Covarrubias, junto a él trabajaron una serie de maestros de obras y cantería de primera fila: Martín de Ibarra, Nicolás de Adonza, Pedro de Medina y Pedro Gómez de Mazo. Finalmente en 1580 se dieron por acabadas las obras, cuanto realmente no lo estaban, pues faltaba totalmente el patio interior, las torres traseras y otras partes inacabadas.

Nada más traspasar la puerta de entrada, entramos en un gran vestíbulo o zaguán de planta rectangular que abarca todo el frontal del palacio. Destaca el alfarje mudéjar en su color natural. Desde aquí se llegaba a las caballerizas, a las plantas bajas de las torres y por una escalera de obra se llegaba al patio interior central. Hoy día todo el interior del palacio está completamente remozado adaptado a las necesidades representativas de la universidad de Alcalá. Sin embargo el palacio conserva una buena colección de techumbres originales (alfarjes y artesonados), que es una gran muestra de los trabajos de carpintería de la antigua diócesis de Toledo.

Las techumbres son contemporáneas a la construcción del palacio, sobre el diseño de Alonso de Covarrubias, los carpinteros Cristóbal de Nieva y Justo de Vega, tallaron obras de gran calidad a base de madera en su color natural con formas basadas en cuadrados, hexágonos, octógonos y rombos. En los frisos la composición decorativa mezla elementos antropomórficos, frutas, jarrones, bustos y formas heráldicas. Los trabajos que se realizaron entre 1549 y 1550 conservan una gran unidad estilística de las nuevas formas renacentistas traídas de Italia. Destacan las techumbres de las salas hoy llamadas: salón principal (salón del trono), antesala de la hora, antesala de Nebrija, sala de la hora (dormitorio-cárcel de la Princesa) y los de la propia capilla del palacio.

Destaca la habitación que fuera de la duquesa prisionera, la llaman sala de la hora, luce un artesonado mudéjar, un zócalo de azulejos y un suelo de baldosas, todas las piezas originales pero algunas de ellas traídas de otras partes del palacio para dar una cierta sensación de unidad decorativa, ya que esta habitación es la más representativa del palacio.


Ficha técnica

Fecha de realización página: 27 de junio de 2024
Fecha última modificación:

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