Exposición 7000 años de arte persa
Del 16 de septiembre al 2 de noviembre de 2003
Lugar:
Museo de Bellas Artes de Valencia San Pio V San Pio V, 9 46010 Valencia
Patrocinador:
Fundación La Caixa
Obras maestras del Museo Nacional de Irán
Situado entre Mesopotamia y el valle del Indo, en el cruce de las rutas comerciales que conectan
Oriente y Occidente, Irán es un mosaico de tradiciones, lenguas y culturas. Algunos episodios de
su historia han llegado hasta nosotros rodeados de una aura mítica: la creación del Imperio
Persa, las campañas de Alejandro Magno o la llegada del Islam.
A falta de fuentes escritas que nos permitan conocer cómo eran sus antiguos habitantes, las obras
de arte nos aproximan a una tradición de 7.000 años que en muchos aspectos se mantiene vigente
en el Irán de hoy. Encontramos desde los más antiguos testimonios de la presencia humana-
estatuillas y cuencos de arcilla- hasta los sofisticadísimos ritones de oro que componían el
ajuar del gran rey persa, las espectaculares figuras funerarias de Gilán o los relieves y
esculturas de las mansiones de los principes sasánidas.
Amuletos prehistoricos, animales fantásticos
Los primeros pobladores de Irán fuerón agricultores y ganaderos. La diversidad de las diferentes
regiones de la meseta iraní se manifiesta en la proliferación de culturas locales. Junto al
floreciente reino de Elam -que llegó a conquistar Babilonia-, en Kermán y Seistán se desarrollarón
otros núcleos de civilización, con artesanos que se dedicaban a la manufactura de joyas a partir
de las piedras preciosas y el lapislázuli afgano. Otro de los pueblos conocidos, los lur, eran
nómadas que destacarón en el trabajo del bronce. En la exposición se puede contemplar una
extraordinaria selección de los famosos "bronces de Luristán", figuras de animales y criaturas
fantasticas que han alcanzado renombre universal.
Llegan los pueblos arios
Hacia el siglo II a.c. llegarón a Irán procedentes de las estepas rusas meridionales unos pueblos
arios, de lengua y cultura indoeuropeas, que se extendierón por todo el país, mezclandose con
las culturas autóctonas. Uno de estos pueblos, los medos, tuvierón una gran importancia militar
y llegarón a dominar la vecina Asiria. Tras derrotar a los medos, el persa Ciro I el Grande puso
las bases de un gran imperio que se extendería por todo Irán, Babilonia, Afganistan, Asia Menor,
Egipto, Tracia y Macedonia.
Herodoto, en su historia, describe a los persas de los tiempos de Ciro I como un pueblo que
adopta lo mejor de las costumbres extranjeras. De esta fantástica capacidad de adaptación queda
un testimonio artístico de primer orden: la ciudad de Persépolis, donde las más variadas
influencias del mundo oriental se conjugan en un todo coherente, planificado y ejecutado a lo
largo de más de cien años.
En la exposición se pueden contemplar, entre otras piezas de este período, fragmentos de los
relieves monumentales de la Apadana (sala de audiencias), que representan las diferentes delegaciones
de los pueblos sometidos al poder aqueménida.
7.000 años de arte persa
Ofrece también un testimonio de la conquista de Alejandro Magno, de la helenización de Irán bajo
las monarcas seléucidas y partos, o de la nueva edad de oro de las dinastías sasánidas, que
retomarón la tradición del Imperio Persa. Un último apartado está dedicado a los primeros siglos
del Islam, que fuerón de asimilación y adaptación pacifica. Con la llegada de los invasores árabes
cambian las costumbres, las estructuras sociales e incluso el calendario, pero el arte y la
cultura irania permanece viva e influye poderosamente en los modelos del arte islámico.
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