Introducción
Nombre: Monasterio de Suso
Ubicación: San Millán de la Cogolla (La Rioja). Comunidad Autónoma de La Rioja
En este monasterio vivió Gonzalo de Berceo (siglo XIII) autor de los primeros poemas en lengua
romance (castellano)
El 7 de diciembre de 1977 fueron declarados los Monasterios de Yuso y Suso,
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
Historia
San Millán de la Cogoya es una población nacida al calor del santo Millán. Recibe el
apelativo de la Cogoya en alusión a un monte próximo que recibe el nombre de Cogoya por
su parecido a una "cuculla" que es una especie de habito que cubre el torso y la cabeza de los
monjes.
El Monasterio de Suso recibe el nombre de arriba (en latín "sursum"), en contraposición al
Monasterio de Yuso o de abajo (en latín "dearsum").
San Millán o Emiliano (Aemilianus en latín) nace en la cercana población
de Berceo (la romana Vergegium) en el año 473 y muere el 12-11-574 en nuestro monasterio.
De estirpe hispanorromana y
dedicado al pastoreo, tuvo un sueño donde un ángel le llamaba a
una vida de penitencia y oración, por lo que decidió trasladarse a Bilibio (actual población
de Haro en La Rioja) para seguir el ejemplo del ermitaño Félix o Felices que se convertiría en su maestro.
Regresa a su lugar de origen
y comienza una vida de penitencia y oración en las cuevas donde hoy se levanta el actual Monasterio
de Suso.
Su fama de santo se extiende por toda la comarca y a él acuden peregrinos y devotos deseosos
de seguir su ejemplo. Funda un pequeño cenobio con sus discípulos: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio,
Potamia y Oria, estas dos últimas mujeres, pues en la época los monasterios dúplices o mixtos
eran habituales.
Nota: Estos serían suprimidos junto con la liturgia mozárabe por el
papa Gregorio VII en el año 1080.
Al morir fue sepultado en el suelo de la cueva donde se había recluido y bien pronto se
convirtió en lugar de peregrinación y oración. Tenemos amplia constancia de su vida y
milagros por San Braulio, obispo de Zaragoza que en el año 650 escribió "Vita Sancti Emiliani"
donde recogía de primera mano la vida del santo ya que su hermano Fronimiano era monje
del citado monasterio. Más tarde Gonzalo de Berceo también monje en Suso escribiría una
historia de San Millán.
Desde la muerte de San Millán en 574 y hasta el 923 en que el rey de Pamplona Sancho I Garcés
(905-926)
conquista Nájera, y a pesar del dominio musulmán, debió existir cierta vida monacal en
torno al cenobio. Sería ya a finales del siglo X cuando el cenobio es ocupado por
monjes mozárabes dando comienzo a la vida monacal propiamente dicha.
En el año 1030 (siglo XI) el rey de Pamplona Sancho III Garcés el Mayor
(1000-1035), manda exhumar los restos de San Millán que
se encontraban enterrados en el suelo y colocarlas en una urna de plata para que reposaran
en la actual capilla-oratorio del santo.
En el 1052 reinando García Sánchez III (1035-1054) se inicia la construcción del
Monasterio de Santa
María la Real de Najera, y siendo voluntad del rey que en este monasterio reposaran los restos
de San Millán, ordenó su traslado al mismo. Pero los bueyes que los tenían que transportar
no quisieron pasar de un determinado punto del camino y entendiendo el monarca que era
voluntad del santo quedarse en ese valle ordenó la construcción de un nuevo monasterio que
seria llamado de Yuso o de abajo, donde quedaron depositados los restos del santo.
Corría el año 1053 cuando se comenzó la construcción del Monasterio de Yuso.
Parece ser que la decisión de que los restos del santo fueran trasladados a un
nuevo lugar no era del agrado ni de los monjes de Suso ni de los habitantes de la zona, por lo que
hubo cierta oposición a su traslado. Esta oposición se tradujo en que los encargados del transporte
de los restos no pudieran pasar del valle, por lo que se tomó la decisión de construir un nuevo
monasterio en ese mismo lugar para que albergaran los restos del santo.
También en la decisión de la construcción del nuevo
monasterio influiría el hecho de querer castigar al Monasterio de Suso por su oposición constante y
reiterada para adoptar la nueva liturgia romana en contraposición a la mozárabe hispana, en el convencimiento
que un nuevo monasterio fiel a la nueva liturgia, acabaría por hacer desaparecer el antiguo y viejo
cenobio de Suso.
En el 1070 el rey Sancho IV Garcés (1054-1076) encargó la construcción de una nueva
arca para albergar los restos de
San Millán, esta arca era de forma rectangular, con cubierta a doble vertiente, de madera
chapada en oro, con relieves, cabujones de cristal de colores y pedrería fina y
reducidos tableros de marfil con escenas y milagros de la vida del santo.
El interior estaba forrado por una tela de seda hispanoárabe del siglo XI.
Los tableros de marfil, el oro y las joyas, fueron saqueadas
por las tropas francesas en 1809 y muchos de ellos se encuentran en museos extranjeros,
quedando sólo algunos originales en la actual arca que hoy día ha sido restaurada con copias
siguiendo los originales que se encuentran en el extranjero.
La
vieja arca en el estado en que quedó después del expolio francés se encuentra a la vista del público
en el Monasterio de Yuso, así como la
nueva arca fielmente reconstruida, en cuyo interior se encuentran
los restos de San Millán. A su lado en otra
arca de no menor valor se encuentran los restos de su maestro San Felices.
Si por algo destaca el Monasterio de Suso y ha sido uno de los motivos por el que
se le ha declarado
Patrimonio de la Humanidad, es porque en el "scriptorium" de este monasterio fueron escritas
las primeras palabras en lengua romance (castellano), son las conocidas como
glosas emilianenses. Se tratan de unas anotaciones al margen, escritas en un códice del siglo X, en las
que un copista traducía palabras del latín muy complejas o difíciles de entender a la lengua
vulgar que el pueblo hablaba en ese momento. El citado códice conocido como Aemilianensis 60
se encuentra en la Academia de la Historia de Madrid. Estas glosas son por tanto la primera manifestación escrita
de la lengua castellana. También en este códice se encuentran unas pocas palabras escritas en euskera por
lo que también se consideran como la primera manifestación escrita del euskera. El hecho de que aparezcan
palabras en euskera se interpreta o bien que el copista era de origen vasco o que en la zona se pudiera
hablar en aquella época euskera.
Características
La vida monacal en el Monasterio de Suso podemos dividirla en varias etapas, una
primera etapa eremítica donde los
monjes vivían en cuevas en soledad (siglo V y principios del VI), una segunda
etapa cenobítica visigoda (siglos VI y VII), donde
los monjes se reunían
alrededor del cenobio solo para algunas prácticas comunales, una
tercera etapa como monasterio mozárabe (siglo X) y una cuarta etapa de consolidación en
época románica (siglos XI y XII).
De la etapa eremítica nos quedan como no, las cuevas, tres en concreto, una la que llaman
oratorio de San Millán, otra la conocida como de Santa Oria y la tercera, la mas grande que
es una cueva donde se han encontrado numerosos enterramientos de diversas épocas.
De la época de cenobio visigótico se construiría tal vez todavía en vida de San Millán,
un pequeño edificio con seis
arcos de herradura, todos desiguales, de diferentes alturas y
mal construidos. Se especula
con la posibilidad de que la actual cueva de Santa Oria fuera el ábside de este pequeño
cenobio. Este pequeño edificio estaría formado por una única nave rectangular de dos tramos
con base cuadrada cada uno. Las bóvedas de estas naves se cierran con
cúpulas de inspiración califal de ocho nervios.
De la etapa mozárabe se conserva gran parte de su estructura construida con
sillares de piedra caliza mal trabajados, así encontramos la galería o atrio
de la entrada, los tres tramos de la nave principal de la iglesia,
con los tres arcos de herradura que conforman los tramos. La parte
de construcción visigoda y la mozárabe se separan mediante dos arcos de herradura de distinto
tamaño cada uno.
También de esta época es el segundo cuerpo que se eleva a modo de torre, sobre la construcción
visigoda y que se visualiza perfectamente desde el exterior. Sobre este cuerpo una
linterna de forma cuadrada.
Esta iglesia fue consagrada el 05-09-959 en tiempos del rey de Pamplona
Sancho II Garcés y su esposa Urraca y en el 1002 sería asolada e incendiada por
Almanzor.
Al regreso hacia Córdoba después de esta "razzia", Almanzor sufrió una seria
derrota en Calatañazor (Soria) muriendo poco después en Medinaceli (Soria)
no se sabe si a consecuencia de alguna herida
o por muerte natural. ¿Castigo del Santo?. El lugar donde fue enterrado se desconoce.
Un monje de la época escribió: En el año 1002 Almanzor ha muerto, ha sido enterrado
en el infierno.
En el año 1030 el rey Sancho III Garcés el Mayor (1000-1035), restaura y amplia el monasterio
por el oeste añadiéndole dos arcos de medio punto, a los tres ya existentes
de herradura y cubriendo las naves con bóvedas de cañón. Queda por tanto actualmente la
iglesia con una estructura rectangular quebrada de dos naves, separadas por cinco arcos,
tres de herradura y dos de medio punto con un total de cinco tramos.
Al monasterio se accede por una
puerta con arco de medio punto que da paso a un minúsculo portal y este a su vez al
claustro del monasterio. En este lugar Gonzalo de Berceo escribió parte de su
obra (la vida de Santa Oria). El conjunto del claustro, galería o atrio pues de las tres maneras
se le conoce es obra mozárabe de principios del siglo XI.
El suelo de esta galería está empedrado en "opus espigatum" (suelo que adopta forma
de espigas), mientras que la techumbre es de madera.
A nuestra derecha queda la puerta de entrada a la iglesia mientras que a la izquierda encontramos
ocho arcos de medio punto de reconstrucción reciente. Es un claustro un tanto especial que adopta la
forma que las circunstancias de la edificación obliga.
A este lugar se le conoce como el "portaleio" ya que así es citado por Gonzalo de
Berceo en sus poemas.
En esta
galería podemos ver en el suelo a la izquierda
siete
sarcófagos antropomorfos cubiertos con losas planas y que corresponden a los siete infantes de
Lara, a la derecha tres sarcófagos de tres reinas
de Pamplona: la reina Toda, esposa de Sancho I Garcés (905-926), Ximena, esposa de
García Sánchez II el Temblón (994-1000) y Elvira, esposa
de Sancho III Garcés el Mayor (1000-1035).
Al fondo en un sarcófago exento se encuentran o se encontraban los
restos del preceptor de los infantes de Lara, don Nuño Salido. El
sepulcro de Nuño Salido es de época romana, y fue picado para ocultar los motivos
paganos que llevaba esculpidos, es por tanto reutilizado.
Los restos de los siete infantes de Lara se encuentran o se encontraban
como afirma la tradición sin cabezas,
como bien pudo comprobarse al exhumar los cadáveres, y comprobarse que las cabezas de los
mismos se hallan en la Iglesia de Santa María de Salas.
La leyenda de los siete infantes de Lara, los siete héroes castellanos, nos
cuenta que en la Castilla de finales del siglo X, los siete hijos de Gonzalo Gustioz fueron
traicionados por Ruy Velazquez. El motivo de la disputa fue una ofensa realizada por el menor
de los infantes de Lara a la esposa de Ruy Velazquez en el día de su boda. El traidor
convenció al padre de los
infantes de Lara que llevara a Córdoba un mensaje para Almanzor, en el cual le pedía que
matase al portador de la misiva y le daba instrucciones de como poder asesinar a sus hijos.
Almanzor no quiso matar al padre pero si a los infantes que fueron decapitados y sus cabezas
llevadas a Córdoba para terror de su padre.
Posteriormente un hijo bastardo de Gonzalo Gustioz y una hermana de Almanzor, de nombre
Mudarra vengaría la muerte de sus hermanastros. Los cuerpos sin cabeza de los infantes fueron
traídos al Monasterio de Suso.
En el muro izquierdo se ha abierto una galería de ocho de arcos de medio punto de ladrillo
colocados en los años 30 del siglo XX, que permite una amplia panorámica del valle. Es de suponer
que en origen una arcada similar ocuparía este lugar.
Desde esta galería se accede a la iglesia a través de un puerta formada por un
arco de herradura visigodo, que descansa sobre
dos columnas gemelas con unos
capiteles de alabastro extraordinariamente bellos con decoración mozárabe de temática vegetal
y geométrica.
La iglesia de tipo basilical, doble nave y trazado irregular. Está formada a los pies
por dos tramos de construcción
románica (siglo XI) que corresponde a la ampliación de Sancho III el Mayor, a los
que sigue el cuerpo mozárabe del siglo X, formado por tres tramos y separadas las
dos naves gemelas por tres
arcos de herradura, y la nave de la cabecera que
se corresponde con la construcción visigoda.
Más fotos del interior de la iglesia
Desde el interior de la iglesia se accede a las
cuevas excavadas en la propia roca. Las naves se cubren con
techumbre de madera.
La cueva más grande es la que está ocupada por los
enterramientos, personajes importantes que
querían estar enterrados cerca del santo con la esperanza de llegar antes a Dios el día
del juicio final.
En la segunda cueva llamada Oratorio de San Millán, podemos encontrar el
cenotafio de San Millán. Situado a nuestra izquierda,
se trata de una escultura yacente del santo de época románica (siglo XII), vestido con
ropas sacerdotales visigodas, construido en alabastro oscuro casi negro. Tiene unas medidas
de 1,13 metros de altura, 2,11 metros de longitud y 1,93 metros de profundidad.
En su manos podemos encontrar esculpido un portapaz sobre el pecho con una cruz florenzada
de brazos iguales, con decoración de números y vegetales.
Alrededor del santo podemos ver distintas
escenas de la vida del santo: dos ciegos con sus bastones y un perro lazarillo
acuden a implorar el milagro
del santo, una niña muerta que resucitó al tocar el sepulcro, y distintos anacoretas.
Se trata de decoración en altorrelieve que rodean los cuatro lados y los cuatro ángulos
formando un total de seis escenas. El cenotafio se apoya en un soporte con seis ménsulas.
Se le considera de una época tardorrománica o protogótica.
En esta misma cueva, a la derecha encontramos una oquedad artificial, formada por
tres huecos, cada uno
de ellos con una arcada de medio punto, y que hacía las veces de altar y sagrario
para San Millán. Algún autor considera que pudiera ser el altar más antiguo de España.
En el centro de la cueva una pequeña
imagen apoyada sobre la misma roca y representando a San Millán preside la estancia.
La cueva oratorio se separa de la nave de la iglesia por un
arco de medio punto que apea
en dos columnas pareadas adosadas a una pilastra contra la roca de la cueva. Los
capiteles poseen
decoración vegetal y geométrica. La entrada se protege por unos pequeños
canceles y la cueva se cubre con bóveda de crucería.
La tercera cueva es la llamada Capilla Angélica o de Santa Oria, niña nacida en
Villavelayo que con tan solo nueve años ingresa en esta celda en el año 1052 y en ella permaneció
hasta el momento de su muerte en el 1070. Es fama que la santa tuvo visiones angélicas
en esta misma cueva. Su vida fue narrada por el maestro del "mester de clerecía" Gonzalo de
Berceo. En su interior encontramos un
osario de época medieval.
En la iglesia cerca de la puerta, encontramos una
pilastra adosada a una de las columnas, adornada con azulejos
de color verde, en cuyo interior existe un trozo de madera, una reliquia recuerdo de uno
de los milagros del santo. A través de una abertura puede verse y tocar la reliquia.
En el exterior del edificio cabe destacar los
modillones mozárabes que decoran los aleros del tejado. Se trata
de una serie de roleos con esvásticas, rosetas con estrellas de seis puntas, un apéndice
triangular agregado en el centro de la cara frontal calado y decorado con ruedas solares
y triángulos curvilíneos. Se trata de decoración mozárabe del siglo X.
De este monasterio salieron códices de excepcional valor: el llamado Códice Emilianense
de los Concilios (992), la Biblia de Quiso (664) y una copia del Apocalipsis del Beato
de Liébana del siglo VIII.
Ficha técnica
Fecha de realización página: 15 de octubre de 2006
Fecha última modificación:
Lugares de interés de san Millán de la Cogoya
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