Las diez tribus perdidas de Israel

Grosso modo hay una leyenda que nos cuenta, tal y como se dice en el título, que hay diez tribus perdidas de Israel. Esta leyenda, tiene base cierta, aunque el enunciado lo hace equívoco. De todos modos, la leyenda forma parte de la historia bíblica y le tenemos que dar el valor que cada uno quiera darle.

Antes que nada hay que tener algunos conceptos claros. Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham, luchó con un ángel y tras la pelea cambió su nombre por el de Israel. En la antigüedad los nombres mostraban el carácter vital de una persona, al cambiar su nombre por el de Israel, indicaba que aceptaba la voluntad de Yahveh, una especie de renovación del pacto que hiciera su abuelo Abraham, con Dios. Jacob, ahora Israel, tuvo doce hijos de tres mujeres distintas, los hijos fueron Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. Cada uno de ellos fue el origen de una familia, linaje o tribu que sería el germen del pueblo hebreo que ocupó la Tierra Prometida (Canaán). Algo más adelante de la tribu de José, nacerían dos nuevas tribus: la de Efraím y la de Manasés. Tenemos pues a las doce tribus de Israel asentadas en Oriente Próximo, todos ellos conocidos como hebreos (que no judíos).

Al inicio los hebreos se regían por jueces, pero hacia el siglo XI a. C., las tribus solicitaron al profeta Samuel que nombrara a un rey, este ungió a Saúl (de la tribu de Benjamín) como primer rey de Israel. El segundo rey de Israel fue David (el que mató al filisteo Goliat con una honda) y el tercer rey de Israel fue su hijo Salomón, el rey sabio por antonomasia.

Salomón fue castigado por Yahveh (Dios) por levantar templos paganos en Jerusalén (capital de Israel) y el castigo consistió en que a su muerte, el reino de Israel se dividiría en dos nuevos reinos, el primero: el Reino del Norte o Reino de Israel y el segundo: el Reino del Sur o Reino de Judá. El reino del sur estableció su capital en Jerusalén y se conformó con dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín. El reino del norte que mantuvo el nombre de Israel, estableció su capital en Samaria (aunque esta no fue su primera capital) y se conformó con las diez tribus restantes del pueblo hebreo. Tenemos pues ya constituido el reino de Israel con diez tribus, que como veremos a continuación se perdieron.

El primer rey de este nuevo Israel formado por diez tribus fue Jeroboám (r. 928 a. C. - 910 a. C.), uno de los generales del rey Salomón. La historia del reino de Israel se alargó en el tiempo con mayor o menor fortuna, y casi siempre en disputa con su vecino y hermano reino de Judá. Este nuevo reino de Israel se alargaría en el tiempo algo más de 200 años y en el mismo podemos contabilizar 19 reyes. En 722 a. C., el rey de Asiria, Salmanasar V, atacó Israel y destronó al considerado último rey de Israel: Oseas (r. 732 a. C. - 722 a. C.), este fue cegado y llevado prisionero a Nínive, la capital asiria, donde se pierde su rastro.

Al mismo tiempo y como era práctica habitual en la época, la población de Israel fue deportada, las diez tribus que conformaban Israel fueron obligadas a trasladarse a territorios dominados por Asiria (Mesopotamia, Asiria, Media etc.) y en el conglomerado asirio, se perdieron las diez tribus, integradas probablemente entre otras muchas poblaciones dominadas por los asirios, de este hecho concreto nace la conocida historia de las diez tribus perdidas de Israel.

El territorio del cuasi despoblado territorio de Israel fue ocupado por poblaciones emigradas de Caldea (Mesopotamia) y de Aram (arameos), que en tiempos de Jesús, serían conocidos como samaritanos y por tanto sin ningún vinculo con el pueblo judío de Jesús.

Con la desaparición del reino del Norte de Israel y sus diez tribus, quedaba en Próximo Oriente, el reino de Judá o reino del Sur con solo dos tribus: Judá y Benjamín. De momento Judá con su capital Jerusalén quedará a salvo del poder asirio, posteriormente también el reino de Judá desaparecerá a manos del rey de Babilonia, Nabucodonosor II, pero esa es otra historia. Con el exilio de la población de Judá en Babilonia (587 a. C.), sus habitantes empezaron a ser llamados en Babilonia: judíos (procedentes de Judá), pero eso es otra segunda historia.