Castillos de España
Castillo de los Calatravos




Introducción

Nombre: Castillo de los Calatravos siglos XII al XVIII
Emplazamiento: Alcañiz (Teruel) Comunidad autónoma de Aragón
En la comarca del Bajo Aragón
Utilidad actual: Parador de Turismo "La Concordia"
Fue sede de la Orden de Calatrava
Situado en la loma llamada de Pui Pinos
Gentilicio: alcañizanos
Alcañiz tiene concedido el titulo de ciudad desde 1652 por Felipe IV
A orillas del río Guadalope

Nuestro amigo Jesús Ferrer nos acerca una panorámica de 360º del Castillo de los Calatravos ver panoramica 360º

Historia

El castillo-convento de Alcañiz comenzó a construirse en el siglo XII, conociendo diversas reformas y añadidos en el siglo XIV, fecha en la que se completaron sus dependencias conventuales. Hasta el siglo XVIII, se sucedieron en el castillo diversas reformas, lo cual le ha convertido en un conjunto heterogéneo que volvió a ser restaurado en el siglo XX, para convertirse en Parador Nacional.

Construido sobre los restos de un castro romano que allí hubo y probablemente de una alcazaba musulmana, pues en el subsuelo se han encontrado restos de una fortaleza islámica.

La zona donde se asienta el castillo y el pueblo de Alcañiz, toma su nombre de la población musulmana de "Alcanit" (cañizos o cañas), tomada por los cristianos en el siglo XII. La primera vez que se cita el nombre de Alcañiz es el 1140, en el Poema del Mio Cid.

Non lo tardó -el que en buen ora nasco, priso dozientos cavalleros - escollechos a mano, fizo una corrida - la noch trasnochando; tierras d'Alcañiz - negras las va parando, e a derredor - todo lo va preando. Al tercer dia - don ixo i es tornado.




Fue conquistada por primera vez por Alfonso I el Batallador en el 1117, quedando al cargo de don Sancho Aznar y recuperada definitivamente por Ramón Berenguer IV en 1157. La fortaleza y la villa fue otorgada a la Orden Militar de Calatrava en el 1179, por el rey Alfonso II de Aragón, convirtiéndose en sede de la encomienda mayor de la Orden en Aragón. En este castillo estuvo el rey de Aragón Jaime I el Conquistador en su camino de conquista a Valencia, reuniendo las Cortes en 1238. La Orden de Calatrava había sido fundada en 1158 para proteger la frontera toledana contra las incursiones musulmanas. Ese mismo año, el rey de Castilla Sancho III, le encarga la defensa del castillo Calatrava en la actual provincia de Ciudad Real, cuyo nombre terminaría adoptando la Orden.

En 1283 la villa de Alcañiz se sublevó violentamente contra el poder señorial de la Orden de Calatrava. La Encomienda Mayor de Calatrava se oponía a las ansias de libertad de Alcañiz, ala que Ramón Berenguer IV había concedido carta de población en 1157. En la pugna vencería poco a poco la población.

En esta población se alcanzó el pacto de la Concordia para la corona de Aragón. Al morir Martín el Humano sin heredero legítimo, los parlamentos de Aragón, Cataluña y Valencia decidieron reunir unos representantes en la Iglesia de Santa María de Alcañiz, para buscar la solución. Se alcanzó una Concordia, en virtud de ella, nueve compromisarios, tres de cada reino, se reunirían en Caspe para escuchar a los pretendientes y decidir en derecho a quien correspondía la Corona. De los nueve, seis debían de estar de acuerdo y pertenecer a los tres parlamentos. Corría el año 1412 y del Compromiso de Caspe saldría elegido el rey de Castilla, Fernando de Antequera.

En Alcañiz se reunieron las Cortes de Aragón en 1371, 1436 y 1441. Carlos V, juró privilegios y franquicias de paso para las cortes de Monzón, en 1528. El único hecho de armas que conoció este castillo fue en 1462, cuando Juan de Hijar lo ocupó en defensa de los intereses del Príncipe de Viana.

Durante la guerra de la independencia, Alcañiz y su castillo estuvieron involucrados en el conflicto; en la ciudad se libró una famosa batalla conocida como "batalla de Alcañiz" entre las tropas francesas del general Suchet y las tropas españolas comandadas por el general Joaquín Blake. El 26 de enero de 1809 las tropas francesas conquistan Alcañiz, pero en 23 de mayo de 1809 las tropas españolas reconquistan la ciudad en una cruenta batalla conocida como de Alcañiz. Por el heroísmo demostrado el rey Fernando VII en 14 de mayo de 1815 crea la condecoración conocida como la "cruz de Alcañiz". Esta se compone de una cruz en aspa de brazos iguales y en su parte superior una corona de laurel. De entre los brazos de la cruz surgen cuatro llamas de fuego y en el centro de la medalla las iniciales F. VII (de Fernando VII) y en el óvalo la inscripción: Al - ca -ñiz.

Durante las guerras carlistas, Alcañiz estuvo nuevamente involucrada en ellas, la ciudad fue asediada hasta en tres ocasiones, la mas inspirada tuvo lugar en 1838 cuando las tropas carlistas del general Cabrera intentaron sin éxito ocupar la población. Ramón Cabrera Griñó, conocido por el sobrenombre de "el tigre del Maestrazgo" nació en Tortosa (Tarragona) en 27 de diciembre de 1806 y murió en Reino Unido en 24 de mayo de 1877. En 1840 tras la paz firmada de Vergara (31-08-1839) que puso punto y final a la conocida como primera guerra carlista, el general Ramón Cabrera tuvo que exiliarse en París. Años después durante la segunda guerra carlista en 1847 y durante la tercera guerra carlista en 1874, Alcañiz fue sitiada y nuevamente los carlistas fueron rechazados.

Fue rehabilitado ya en el siglo XX para adecuar sus estancias a "Parador de turismo", actividad que sigue desarrollándose en la actualidad.

Características

El castillo de Alcañiz es uno de los más complejos de Aragón, por su organización mixta de convento-palacio, sus grades dimensiones y la mezcla de estilos arquitectónicos que presenta. Situado sobre un alto, desde el que domina a la población, el recinto de la fortaleza posee una planta trapezoidal que recoge el heterogéneo conjunto. Este se halla claramente diferenciado en dos zonas: la Norte, en la que se agolpan las construcciones medievales, y la Sur, con el palacio barroco de los Comendadores de marcada estructura civil.

El conjunto monumental como acabamos de decir, se compone de dos partes: la torre del homenaje, el claustro ojival, y la iglesia, en estilo gótico, a la que habría que añadir una portada románica. El resto corresponde al siglo XVIII y es el llamado Palacio de los Comendadores. (es la parte que ocupa el Parador Nacional).

Nada mas pasado el arco de entrada, en el camino de ronda, nos encontramos en una explanada ante el palacio barroco del siglo XVIII. En el ala norte del alcázar están alineadas la capilla y la torre del homenaje. En el ángulo noroeste, la Torre de Lanuza. Al sur de la capilla y el claustro.

Capilla La capilla siglo XIII es la pieza principal de la etapa románica y fue la primera parroquia de Alcañiz. Esta dedicada a María Magdalena. La capilla de una sola nave y bóveda de cañón apuntado, tiene una de las escasas portadas románicas del bajo Aragón con un interesante ajedrezado jaqués. En el lado del evangelio se encuentran los restos de una obra de gran interés dentro de la escultura funeraria del renacimiento aragonés: el sepulcro de don Juan de Lanuza.

De planta cuadrada y cuatro pisos de altura. En su interior destaca una de las salas decorada con pinturas murales sobre la conquista de Valencia, fechadas en el siglo XIV. Consta de una nave con cinco tramos, cubierta de bóveda de cañón apuntado, sobre arcos fajones que se apoyan en medias columnas o ménsulas.

Claustro El claustro, adosado al muro sur de la capilla tiene dos arcos apuntados por crujía. En el claustro también encontramos unos restos de pinturas murales, de temática funeraria. Tiene un solo piso, su techado es de viguería y se accede a él por una pequeña puerta románica.

La torre del homenaje
Situada al oeste de la capilla, es gótica, del siglo XIV, consta de cuatro plantas. En el bajo hay un pórtico al que se accede por una gran arcada ojival que se abre a la portada de la capilla románica; en el segundo, una ventana ojival de tracería entrelazada bajo arco cobijo apuntado; una ventana geminada de medio punto con finísimo mainel adorna el tercer cuerpo; y en el superior se abren dos sencillos huecos de medio punto.

La inferior que sirve de atrio a la capilla, conserva unas bellísimas pinturas murales francogóticas. Son en la planta baja y en la sala noble donde un conjunto de pinturas murales góticas, fechadas en el siglo XIV, constituyen una interpretación regional y local del estilo lineal o francogótico. Tienen la particularidad como luego veremos, que la mayor parte de ellas, su temática es civil y caballeresco (como por ejemplo, las hazañas de Jaime I el Conquistador).

Galería fotográfica de la torre del homenaje

Palacio de los Comendadores Ocupa la zona sur del castillo de los Calatravos y es el siglo XVIII. Destaca su fachada principal , que continua la tradición del palacio aragonés tardo-renacentista. Flanqueada por dos torres y dividida en tres plantas: la inferior, de piedra sillar y las dos superiores de ladrillo. Un hermoso patio agrupa y armoniza tan diversas edificaciones. En la parte superior, la característica galería aragonesa y un gran alero. Es desde 1968 el Parador Nacional.

Son las dependencias civiles y palaciegas de todo el conjunto. Fue reestructurada en 1728 y consta de un gran palacio de estilo renacentista aragonés, cuya fachada se halla flanqueada por dos torres medievales en origen. En su frente destaca la suntuosa portada barroca y los balcones.

Galería de imágenes de las torres del palacio de los comendadores

Pinturas góticas El conjunto de pinturas murales góticas del castillo de Alcañiz está considerado como uno de los más importantes, completos y variados de la península ibérica. Se suele fechar, con distintas precisiones según los autores, a lo largo del siglo XIV.

Su estilo es gótico lineal, caracterizado por las tintas planas, donde el color queda subordinado al dibujo. La técnica utilizada fue al fresco. La ejecución de las pinturas parece responder a más de una mano o taller y pudieron ser ejecutadas en distintos momentos. Se trata, en definitiva, de un complejo pictórico que tiene más interés por la gran variedad de temas tratados que por su propia calidad artística.

La temática es muy amplia, rica y compleja con un gran repertorio de escenas representadas: religiosas, funerarias, históricas, caballerescas, trovadorescas, alegóricas, simbólicas, etc. relacionándose cada una de ellas con el lugar y el ambiente en el que se sitúan: atrio de la iglesia, fachadas exteriores, torre del homenaje y claustro. Su ejecución tiene una clara intención narrativa, estando representadas con gran minuciosidad y detallismo por lo que algunos autores las han relacionado con las miniaturas. Son también muy interesantes e infrecuentes las pinturas conservadas en el exterior de las fachadas (zona del atrio y torre del homenaje), lo que demuestra que la arquitectura medieval se pintaba también externamente.

La mayor parte de sus figuras están representadas con un claro sentido de simplicidad y esquematismo. También es destacable el alto grado de abstracción que en muchos casos se observa en paisajes, castillos etc. En ocasiones, su profundo sentido narrativo se superpone al estético: se amontonan o agrupan en exceso las figuras, no se tiene en cuenta la proporción entre los objetos representados etc.

Pinturas del atrio En la fachada norte (planta baja de la torre del homenaje o atrio de la iglesia) se representan distintas escenas de la pasión de Cristo. En el registro superior, la Crucifixión; en el segundo registro, la Santa Cena; en la cartela bajo la imposta, una figura femenina nimbada (tal vez la Virgen María) y en el tercer registro se distinguen varias figuras enmarcadas por estructuras arquitectónicas y un ángel. En el centro de este muro y dominando la obra aparece un escudo nobiliario en relieve con un león rampante de oro, muy similar al que existe en la clave de la bóveda del atrio.

En la fachada oeste (muro opuesto a la entrada de la capilla) se distinguen tres registros: en el superior se desarrolla un combate entre musulmanes y cristianos, una magnifica escena de combate entre moros y cristianos flanqueados por dos torreones almenados, sobre los cuales sendos trompeteros vigilan o animan la batalla.. En el segundo, la leyenda del "encuentro de los tres vivos y los tres muertos". Y en el tercero, el ciclo de la infancia de Jesús: la Visitación y, probablemente, La Natividad. En la zona inferior se desarrollan unas interesantes franjas de motivos decorativos geométricos. En el ángulo superior izquierdo, un curioso personaje islámico saca la lengua en actitud burlesca.

En la fachada este o fachada románica de la primitiva iglesia, se representan distintas escenas del Juicio Final, presidida por un Pantocrátor (Dios Padre sentado en su trono). Junto a él a la derecha aparecen una serie de figuras arrodilladas, ángeles, damas, etc., a su izquierda una compleja escena del infierno con ángeles, damas, demonios y condenados, entre ellos un rey, un monje y figuras de aspecto islámico, que sufren horribles tormentos entre el fuego eterno.

Pinturas exteriores En la fachada del atrio se conservan bastantes desdibujadas algunas escenas cortesanas y caballerescas con varios grupos de damas, castillos y palacios, caballeros, una lucha de torneo a pie etc. Existen también algunos restos muy perdidos en la parte exterior de la planta noble de la torre del homenaje.

Pinturas de la torre del homenaje En la primera planta (llamada Planta Noble) , nada mas traspasar la pequeña puerta de acceso, veremos a la derecha (lado sur), varios registros: el superior y el segundo muestran una temática de carácter histórico-conmemorativo; el tercero, el tema de "el salvaje y la doncella"; en el muro que cegó durante siglos el gran ventanal se desarrolló el tema clásico de la "rueda de la fortuna" (hoy trasladada al salón de plenos del ayuntamiento); y en el intradós del gran ventanal, la figura del trovador (conservada también en el ayuntamiento) y la figura, hoy desaparecida de un ser fantástico, resultado de la unión de varias especies animales en un ser que adopta una postura humana.

La Rueda de la Fortuna es una clara alusión al paso del tiempo y al destino. Su motivo central es, lógicamente, la gran rueda que gira inexorablemente, entronizando o aplastando al hombre. Lo definen dos circunferencias concéntricas unidas por ocho radios equidistantes, decoradas interiormente por arquillos semicirculares, semejantes a los de los rosetones medievales. En el centro entronizada y con el protagonismo que le confiere el tema, se representa a la diosa Fortuna: figura femenina sedente e inmóvil, vestida con amplios ropajes. Su disposición, sobre el eje mismo de la rueda, alude a su condición de elemento regulador del devenir histórico. Alrededor y en una clara composición circular se representan cuatro figuras humanas, coincidiendo con lo que serían las horas y los cuartos de un gran reloj (aunque en este caso, las saetas girarían en sentido contrario).

En la derecha vemos a un hombre que con gesto alegre y actitud dinámica asciende pletórico de fuerzas y con la gran copa de la vida colmada de proyectos e ilusiones. Estamos ante la imagen evidente de la ambición humana. Sobre su cabeza se lee la inscripción gótica REGNABO (reinaré), En la parte más alta de la rueda se dispone un hombre, en clara actitud de triunfo y majestad, nos muestra una copa en cada mano, símbolo del equilibrio entre el pasado y el futuro. A ambos lados de su cuerpo se distribuyen las letras correspondientes al término latino REGNO (reino). A la izquierda se representa a un hombre en plena caída, intentando en vano asir la copa que ya ha perdido. Junto a él, aparece la elocuente inscripción REGNAVIT (reiné). Y por último, bajo la rueda y aplastada por ella -el tiempo y el destino- vemos una figura totalmente derrotada y humillada. A su izquierda se lee SUM SINE REGNO (estoy sin reino, carezco de reino). Estamos, pues, ante la caprichosa "rueda de la fortuna" que indistintamente encumbra o abate. Claro símbolo de la vanidad de este mundo y de la incertidumbre del destino humano, sometido al capricho de la diosa fortuna.

El otro fragmento en poder del ayuntamiento, se representa a un joven músico que con actitud serena y placentera tañe un instrumento de cuerda, probablemente un laúd.

En el primer arco de esta misma estancia vemos un desfile de caballeros y el detalle de una ciudad (en la cara sur), y otro desfile militar (en la cara norte), con la entrada en una ciudad que bien puede ser Valencia o Granada según otros autores. Existen representaciones de ciudades amuralladas, torres defensivas, una interesante escena de desembarco con dos barcazas y un delfín entre las aguas.

En el segundo arco continúan las representaciones de ejércitos y desfiles de caballeros (abundando especialmente un emblema heráldico de la luna) en torno a una figura central de caballero con maza de guerra; un campamento militar; un grupo de sirvientes que llevan caballos; representaciones de paisajes y una ciudad amurallada, etc. En el intradós de este arco se conserva, excepto dos figuras (las de enero y febrero) un magnífico mensario o calendario medieval, que representa los distintos meses del año mediante escenas propias de cada uno de ellos: la siega, la trilla, la vendimia, la matanza del cerdo, etc.

En el muro oeste o de acceso a la torre, se conservan bastantes desdibujadas algunas escenas de temática cortesana caballeresca destacando tres damas en las ventanas de un castillo que despiden a un caballero que se aleja ("el castillo del amor" con las "damas dolientes").

Pinturas del claustro En una de las capillas sepulcrales se conserva la figura de San Miguel matando al dragón infernal. Junto a él aparece un toro yaciente y restos de una fortaleza con torreones, así como una figura dibujada en negro que parece representar a un pastor o un músico tocando un instrumento de viento. En el lado sur del contrafuerte de esta misma capilla aparece una escena de la Crucifixión esbozada con carboncillo sobre un fino revoque con las imágenes muy desdibujadas de Cristo crucificado, San Juan, María y el sol y la luna humanizados.

Ficha técnica

Fecha de realización página: 06 de Febrero de 2004
Fecha última modificación: 23 de Marzo de 2004

Lugares de interés de Alcañiz

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