Hace exactamente un siglo que la Casa Ordeig preside una de las esquinas del entorno histórico del Mercado Central sin
que las sucesivas modificaciones hayan afectado en lo esencial a este edificio de viviendas que, desde 1907, se construyó en
esta zona extramuros de la ciudad musulmana. Su situación en la calle Ramilletes, 1 esquina con la plaza del Mercado.
El arquitecto saguntino Francisco Mora Berenguer se encargó entonces de diseñar este inmueble para
Francisco Ordeig, hombre de la burguesía valenciana. En un primer proyecto, que más tarde rechazaría Mora,
el modernismo dejaba su sello en un inmueble en el que también predominaban los matices medievalizantes. En él se
combinaban los vanos de arista viva con otros enmarcados por ornamentaciones modernistas. No tardó Mora en deshechar
esta idea inicial para sustituirla por otra en la línea del revival gótico-floral que caracterizó el periodo siguiente de sus
creaciones, tal como recoge Daniel Benito Goerlich en La arquitectura del eclecticismo en Valencia.
En esta nueva etapa artística el arquitecto valenciano, autor también del Palacio de la Exposición (1909) o la nueva fachada del
Ayuntamiento de Valencia (1906), entre otros, basó sus proyectos en monumentos locales de estilo gótico. La definitiva
Casa Ordeig que flanquea la plaza del Mercado desde el número 1 de la calle Ramilletes, por la que tiene su
entrada, quedó impregnada de numerosos motivos inspirados en la Lonja de la Seda situada a escasos metros
de allí, así como de diversos detalles conformando un gótico poco ortodoxo en el que se mezclan alegorías de fertilidad valenciana.
Ejemplo de éstos son las ménsulas con franjas de labradores llevando frutas y, en general, todo el aire triunfalista. En el edificio, de
planta baja y entresuelo unidos por el mismo destino comercial, y tres pisos de viviendas, destaca la fachada con miradores
de obra centrales en dos plantas recayentes a la plaza del Mercado; los balcones de forja sobre azulejos coloreados
en blanco y azul en la calle Ramilletes y el hueco fachada de doble altura en la planta baja con arco de medio punto.
La rehabilitación de la Casa Ordeig se produjo en el año 1991, a manos de uno de sus propios habitantes, el arquitecto
Rafael Martínez. La intervención se realizó tras la llegada al edificio de la familia Carratalá, ya que hasta ese momento sólo
dos de las viviendas estaban ocupadas.
Pese a la costumbre, la belleza del inmueble no deja de sorprender a sus inquilinos, quienes destacan además las
posibilidades que ofrece su ubicación y características. «Lo mejor son las vistas», asegura Mireia Carratalá, "desde los balcones y
ventanas se puede ver el Micalet; las iglesias de Santa Catalina y los Santos Juanes; el Mercado Central y la Lonja».
No en vano, para disfrutar de un entorno que un siglo más tarde se ha convertido en uno de los conjuntos históricos más
emblemáticos de Valencia, Mora diseñó los miradores acristalados de las plantas superiores y los balcones sobre la terraza
con delicadas rejas de forjado que ofrecen un ángulo privilegiado. El edificio se alza en planta baja, piso entresuelo y tres pisos altos
que se coronan con una terraza sobre-elevada en forma de torre medieval.
El nombre de calle Ramilletes le viene, porque antiguamente esta calle era lugar habitual de venta de ramos de flores por parte de las
floristas valencianas.
Texto: Julia Damiá, Valencia. Colegio Arquitectos de Valencia
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