Construido en un estilo un tanto pseudo-gótico como residencia de María Josefa Paulin de la Peña, condesa viuda de Ripalda.
Destacaba por una elegante torre redonda rematada por un chapitel, que daba al edificio el aspecto de un
palacio de cuento de hadas. Su elegante y romántica
figura, entroncaba perfectamente con el paisaje valenciano de la época. Un paisaje de aspecto
cortesano, rodeado de jardines frente a una ciudad que hacía unos pocos años había derribado sus murallas. Debería resultar impresionante la
vista del palacio desde la margen derecha del Turia, donde su torre circular destacaría sobre el paisaje circundante.
María Josefa Paulin de la Peña (* Cullera-Valencia 1825 † París 1895), contrajo en 1857 segundas nupcias con José Joaquín de Agulló y Ramón de Sentis
Sánchez Bellmont y Ripalda (* Valencia 1810 † Valencia 1876) barón de Tamarit, marqués de Campo Salinas y
VI conde de Ripalda, al fallecer este, su esposa se convirtió en condesa viuda de Ripalda.
El Palacio de Ripalda es obra del arquitecto
Joaquín María Arnau Miramón construido hacia 1889 como
residencia de la condesa viuda, desde una perspectiva romántica; como un "chateaux" a la francesa. El palacio fue formalmente inaugurado en 1891.
A la muerte de la condesa viuda en 1895, el palacio fue heredado por su hija María Dolores Agulló y Paulin (* 1866 † 1942) VII condesa de
Ripalda. En 1931 abandonó el palacio, falleciendo en 1942 sin descendencia y sin haber vuelto al mismo nunca más. El palacio fue ocupado efímeramente
durante la guerra civil por el Ministerio de Comercio de la Republica. A la muerte en 1942 de la VII condesa, el título y sus propiedades pasaron en 1959
a Amalio de Marichalar y Bruguera como VIII conde de Ripalda que a la postre vendería el palacio por no estar interesado en el mismo y ante el estado de abandono que
padecía desde que fue deshabitado en 1931. Sus últimos propietarios vendieron el palacio para construir un edificio de viviendas que es la actual "Pagoda".
Son innumerables los documentos gráficos que aún hoy día nos lo recuerdan, recortando su
silueta frente a la fuente de las cuatro estaciones de la Alameda. Desgraciadamente un aciago
día del mes de agosto de 1967 fue vendido a un millonario americano, que enamorado del mismo,
se lo llevó piedra a piedra a Estados Unidos. Hoy podemos contemplarlo en California, cargado
de un romanticismo que durante cien años vio el lento transcurrir de las aguas del Turia. En su
solar se levanta en la actualidad el edificio conocido popularmente como la pagoda construido
en la década de los setenta y ya parte integrante del paisaje valenciano.
A decir verdad la historia del millonario americano que se llevó el palacio a su país, no deja ser mas que
una bonita leyenda urbana, sencillamente el palacio fue derribado para construir el moderno
edificio llamado "Edificio Ripalda o Torre Ripalda" o sencillamente "La Pagoda" como vulgarmente se le conoce. Al respecto recordar
que el Palacio de Ripalda estaba construido en ladrillo, yeso y madera por lo que la posibilidad de que el mismo fuera desmontado y trasladado
resulta imposible. En sus últimos años el palacio se encontraba en un estado muy deteriorado, no hay que olvidar que los materiales con que estaba
construido eran pobres y salvo su carácter romántico y preciosista, el edificio no tenía gran interés arquitectónico.
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