La familia Valeriola (de procedencia navarra) llegó a la ciudad de Valencia con las tropas del rey de Aragón
Jaime I el Conquistador. El actual palacio fue construido a comienzos del siglo XVII en estilo
barroco. El palacio se sitúa en lo que antaño fue el barrio judío de Valencia (call), arrasado un 9 de julio de 1391 por
el odio antijudío característico de la época.
El palacio además se encontraba frente al desaparecido
Convento de San Cristóbal que por su parte fue construido sobre la antigua sinagoga.
No hay que confundir este palacio de los Valeriola, con el
Palacio de los Catalá de Valeriola de la plaza de Nules, cuyos propietarios
fueron otra rama distinta de este mismo linaje. Aún tenemos en la ciudad otro palacio que lleva el apellido Valeriola, el palacio Joan de Valeriola, en la calle de su
mismo nombre y que actualmente es sede de la Fundación Chirivella-Soriano. El apellido Valeriola procede del nombre propio de origen latino: Valerio
que derivaría en nuestro Valeriola y en Valero.
La portada de acceso es adintelada pero en ella podemos ver su anterior forma caracterizada por un gran portalón en arco de medio punto con grandes
dovelas de piedra. El interior se distribuye en planta baja, semisótano, entresuelo, piso principal y segundo piso o andana. Disponía de un patio interior descubierto, hoy cerrado por
un lucernario cenital.
Al exterior encontramos en su fachada principal dos sencillos vanos abiertos en forma de balcón en cada uno de los lados de la portada y que se corresponden
con el piso entresuelo.
El primer piso, planta principal o planta noble se caracteriza por los cinco balcones con balaustradas de hierro, apoyos de tornapuntas y rematados con frontones clásicos de
forma triangular sin ningún tipo de decoración. Un sexto balcón de las mismas características mira a la corta fachada lateral. Estas balconadas se corresponderían con la sala
noble del palacio.
La segunda planta o andana se resuelve al exterior a través de una galería de arcos de medio punto. Sería este piso la dedicada a almacén y desván.
Del conjunto destaca una
torre cuadrada miramar rematada por una cubierta de teja árabe piramidal.
En 2015 la Fundación Hortensia Herrero, creada en 2012, compró el palacio de Valeriola que se encontraba en estado de abandono total.
En noviembre de 2023 y después de cinco años de reforma, el palacio ha sido transformado en centro artístico cultural con el nombre de
"Centro de Arte Hortensia Herrero" (CAHH), donde se recoge a través de la fundación, todo el patrimonio artístico de esta mecenas de la cultura.
Es por ello que la estructura interior del palacio ha cambiado muchísimo y poco queda de las partes originales del mismo, pues además el palacio en sus
últimos años se encontraba como hemos comentado en estado de abandono y había pasado por actividades a cual de todas más curiosa.
Traspasada la portada entramos en un vestíbulo o zaguán con techo de bóvedas de revoltones, a mano derecha una corta escalera conduce al piso entresuelo y a la izquierda
habitaciones que fueron del servicio. A continuación y separado por un espectacular arco de medio punto rebajado, un patio descubierto (hoy con lucernario) acoge
a nuestra derecha la escalera de ladrillo y baranda de hierro que nos llevaba al piso noble.
En la planta baja se situaban las caballerizas, los almacenes y la zona de servidumbre. Al fondo y a través de un paso en forma de ábside entramos en la zona ajardinada con paredes
medianeras con la Iglesia de san Juan del Hospital. Este peculiar ábside de paso, hoy queda un tanto desdibujado por la presencia de una curiosa decoración escultórica.
En sus salones se encontraban
pavimentos cerámicos del siglo XVIII con figuras y motivos florales,
destacando entre ellos los del salón noble o principal. Además destaca una pequeña capilla, hoy reconstruida, con cúpula tabicada siguiendo el modelo original y
decorada con pinturas. La sala noble conserva un artesonado de notable interés con escudos del linaje de los Valeriola.
Esta sala noble con artesonado de madera y vistas a la calle del Mar era un gran salón rectangular que destacaba por el
friso que sustentaba la cubierta y donde se podía leer: veritas vincit (traducción libre: la verdad vence o la verdad prevalece).
Destacaremos también la sala dedicada a andana o desván, por ser muy característica y por su visibilidad exterior a través de la logia de arquillos que miran a la calle
del Mar. Cerrada con techumbre inclinada, conserva las vigas de madera originales y algunas más que no lo son, pero que han sido recuperadas de otras partes del palacio.
Desde esta andana y por una estrecha escalera se tenía acceso a la torre miramar visible desde la calle.
Los descendientes de la familia Valeriola vendieron en el siglo XIX
el palacio a la familia valenciana Domenech, los cuales establecieron en el primer piso su domicilio particular y en la
planta baja el negocio del que eran titular: la imprenta Domenech.
Desde 1893 fue sede por tanto de la importante imprenta Domenech, editora del diario Las Provincias. Durante la guerra civil y en los meses en
que Valencia fue capital de la república, en este palacio se editaba la Gaceta de la República, el equivalente al actual Boletín Oficial del
Estado. En la década de los ochenta del siglo XX, el edificio fue utilizado como bar-musical (pub) con el nombre de "Juan Sebastián Bach" y que la última
actividad fue como local de ocio nocturno con el nombre de "Palacio de las Ánimas".
Alrededor de este palacio hay una truculenta historia digna de una novela negra.
Su primer propietario, Jerónimo de Valeriola, casado con Felipa Carroz, fue degollado el 20 de octubre de 1606 en su gabinete. La sospecha del asesinato recayó en su hijo
Cristóbal de Valeriola ayudado por un personaje de mal vivir de nombre Luis de Sosa. Detenido Luis de Sosa, este pregonó su inocencia en el crimen, entonces fue
sometido a una curiosa prueba para determinar si era responsable del asesinato. La prueba consistía ni más ni menos en abrazar al difunto y si este se estremecía
era prueba suficiente de culpabilidad. La prueba fue superada ya que el difunto como era de suponer ni se inmutó, no obstante haberlo tenido que sacar de su
sepultura en el
Convento de Santo Domingo. Como inductores del crimen fueron investigados Francisco Crespí de Valdaura, señor de Sumacárcel y
Pedro Figuerola, pero ambos fueron puestos en libertad ante la falta de pruebas.
Finalmente el hijo de difunto fue juzgado, encontrado culpable y condenado a morir en garrote vil en la plaza del Mercado.
Durante su detención y bajo tortura había dado los nombres
de sus presuntos cómplices: Francisco Crespí y Pedro Figuerola. Minutos antes de morir tuvo un arrebato de dignidad,
se retractó de su confesión y manifestó ante el gentío que los nombres que había dado a la justicia eran inocentes y que los había dado por qué eran los
nombres que sus jueces querían escuchar. Murió ejecutado el 28 de mayo de 1607.
En 1620, trece años después de los hechos, Miguel Pertusa, antiguo jurado del consell valencià, en su lecho de muerte y arrepentido, confesó ser, el autor
del crimen en unión de unos sicarios y que lo había hecho instigado por Crisóstomo Ruiz de Lihori enemigo mortal del Valeriola. Ni uno ni otro fueron
juzgados pues fallecieron de muerte natural al poco tiempo. Luis Sosa el otro de los implicados aunque inocente en el asesinato de Jerónimo de Valeriola, moriría
ejecutado el 6 de junio de 1607 por otros crímenes cometidos. Finalmente se demostró que Cristóbal de Valeriola había sido ejecutado siendo inocente.
La colección Hortensia Herrero recoge todo un conjunto de obras de arte de autores contemporáneos activos en el siglo XX y el siglo XXI. Hay obras representativas de
Tomás Saraceno, Jaume Plensa, Sean Scully, Antonio Tapies, Eduardo Chillida, Mat Collishaw, Anselm Klefer, Georg Basellitz, Carlos Cruz Díez, Manolo Valdés, Miquel Barceló,
Juan Genovés y Elena del Rivero entre otros. Hay obras creadas ex profeso para la ocasión y con una ubicación determinada que permite la conjunción del
marco arquitectónico con la obra artística y la intencionalidad de lo buscado por el artista.
Entre los restos arqueológicos encontrados en las obras de rehabilitación, podemos
destacar: un trozo de lienzo del antiguo circo romano de la ciudad (siglo II d. C.), una fuente de época
islámica en forma de estrella de ocho puntas, un horno de época bajomedieval, un callejón cerrado o atzucac de la vieja judería,
así como restos de cerámica y objetos de uso cotidiano de las distintas etapas de la ciudad, romana, visigoda, musulmana y cristiana.
El palacio de los Valeriola en el recuerdo
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