La torre del Reloj , edificada en 1560, es una de las máximas referencias para los atecanos, pues
en ella se sitúa un gran reloj, testigo silencioso del correr del tiempo.
Había ya en Ateca a finales de la Edad Media una torre con su reloj de maquinaria que, por sus muchos años, precisaban
ambos continuas reparaciones. Ante estas eventualidades se acometió en 1560 la construcción de una nueva torre
en el mismo sitio y aprovechando la base de la antigua, rebajándola y recalzando sus cimientos con piedra y algez.
Esta primera fase corrió a cargo de maese Domingo Agostín y de Juan Pérez que invirtieron en ello 50 días. Sobre
esta base o primer cuerpo se levantaron los otros dos de ladrillo y capitel, realizando esta obra los maestros
Domingo y Mecot asistidos por Joan Pérez y Joan Agostín y un número diverso de peones.
Se emplearon en esta fase algo más de tres meses, debiéndose acabar por octubre, si tenemos en cuenta que se
paga a Domingo Morón por "guisar de comer a Mecot y sus criados" durante tres meses y que por San Miguel
recibe el maestro albañil unas pagas de unas semanas que trabajó antes y después de esta fecha.
Los ladrillos se trajeron de los tejares de Terrer y Salón (Ballestar) a razón de 46 sueldos el millar; los
azulejos para cubrir el capitel se trajeron de Calatayud y costaron 425 sueldos; los saltinos, a 10 sueldos
el millar, se trajeron de Daroca y de allí debieron traerse las hojas de Flandes, que costaron a 16 sueldos, y
las tarjas que se pagaron a 5 sueldos 6 dineros el millar. El algez se compró en el lugar pagándolo a 20 sueldos
de almudí y se majó a pie de obra.
Las bestias se pagaban así: los asnos a un sueldo para llevar piedra y a medio si llevaban agua y, las
caballerías, a dos sueldos.
El acarreo de los materiales, tanto en el lugar o desde otras localidades, era por cuenta del Concejo, y
se almacenaban en dos corrales que se arrendaron en el Castillo.
La obra no quedó tal como hoy la podemos contemplar. El primer cuerpo, de mampostería, era del mismo grueso
que el resto de la torres hasta que en 1723 se reforzó porque se desprendió una esquina con grave peligro
para el conjunto. El capital original (el actual es del siglo XVIII) estaba cubierto por azulejos en lugar
de pizarra, aunque el tambor debía de ser también octogonal a juzgar por la compra que se hizo, con los azulejos,
de ocho medallas; además se hicieron cinco cruces, como también tiene.
La campana se fundió en un corral de Pedro Cetina, junto a la torre. Se gastaron 470 adobes para el molde y
fue fundida con sarmientos. Ayudaron al campamento cuatro hombres en la fundición y otros cuatro más
para subirla asistidos por Mecot y, para esta operación, se tuvo que alquilar una soga especial que
costó, incluido portes, 59 sueldos (el equivalente a 30 peonadas).
Los materiales que se emplearon en su fundición fueron 1801 libras de cobre y 20 de estaño y costo
todo con mano de obra, 5602 sueldos y 2 dineros.
El reloj en un principio se colocó el reloj viejo, pero al poco se compró uno nuevo por 560 sueldos a
Joan Escalante. Llevó su colocación 8 días y el mantenimiento quedó a cargo de mosén Manuel Gómez.
Costo total de la obra de torre, reloj y campana unas 900 libras jaquesas (18000 sueldos).
El actual reloj dela torre data de 1854. La anterior maquinaria hacía varios años que no funcionaba como
debiera y como no tuviera reparación y era el único reloj público por el que se podía regir la población, tuvo
el Ayuntamiento que plantearse la adquisición de uno nuevo que garantizase los toques horarios con
más precisión que el viejo.
Las características de ambos relojes debían ser muy similares, con campanas para los cuartos y las
horas, aprovechándose la grande y, aunque la pequeña es de 1853, sustituyó otra que en 1801 había
fundido Bernardo Nobel.
Ya en 1852 el ayuntamiento presupuestó 6000 reales para la compra del reloj (presupuesto que fue
rechazado por no acompañar expediente) como parte de su coste total de 10.554 reales, aunque su
colocación no se haría hasta finales de 1854. Se compró a Francisco Echecoín que, para memoria,
puso una placa grabada con la siguiente inscripción, que ya Ortega divulgó en su Breve Reseña Hisatórica de 1924:
Año 1854.
Franco. Echecoin hizo este
Reloj
Que
Sigue y mide la carrera
Del veloz tiempo y fugaz;
En su alcance dará fin:
Los dos en la eternidad,
¡y también Echecoin!...
El reloj se contrató con cierto tiempo de garantía y para responder a ella se exigió un encargado de
mantenimiento por dicho tiempo. Se le dio el empleo el mismo dia de Reyes de 1855 a D. Pedro Ibarreta,
Maestro de Primeras Letras, encargándose, además, del cuidado de otro reloj que se puso en el Convento
de Capuchinos, con una retribución de 200 reales anuales y la exención de alijamiento (de tropas) a su hijo
Vicente.
Las campanas, también según Ortega, datan: la pequeña, o de los cuartos, de 1853 como ya he dicho y la grande,
o de las horas, de 1711. Esta contiene la siguiente leyenda:
"SANTA BARBARA ORA PRO NOBIS. ESTA CAMPANA SE HIZO EL AÑO 1711 SIENDO ALCALDE DIEGO BELEZ DE FONCUEVA, Y
REGIDORES BARTOLOMÉ SALVO, JOSE COMPOD, JOSE RUBIO PROCURADOR, FRANCISCO XAVIER DE MOROS, JERÓNIMO
TURVICA INFANZON, RIO ME FECIT".
Texto: Ayuntamiento de Ateca
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