La Catedral de Tui se ubica en lo alto de una colina rocosa que domina la ciudad y el
paso lento y caudaloso del rio Miño. Los antecedentes en la ocupación del templo
catedralicio señalan una utilización continuada del lugar como basilica cristiana desde
tiempos del reino suevo (siglos V-VI), con una problable ocupación y sacralización
pre-cristiana desde época prerromana, tal y como muestran los registros arqueológicos.
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El edificio catedralicio comenzó a gestarse al asentarse de nuevo los obispos después de los
periodos convulsos de invasiones sarracenas y normandas en la región (siglos X-XI). Sería
a partir del año 1120, con los privilegios y concesiones de las reinas Urraca y Teresa
de Portugal, cuando comiencen las obras de la catedral tudense.
La planta de la iglesia, en forma de cruz latina, es básicamente románica (siglo XII), con
transepto o crucero y muros de cierre en este estilo. Aproximadamente a partir de
1170, bajo patrocinio del rey don Fernando II, el término de las obras se realizaría en
estilo gótico, principalmente las bóvedas de la nave mayor las laterales y el triforio.
Exteriormente la principal obra románica es la portada norte, un conjunto estructural
en el cual se asoman de forma original los arcos de descarga combinandose para hacer un
efecto único en el arte gallego. Sobre la puerta se dispone la figura de un obispo, San
Epitacio, primer obispo de la diócesis, que descansa sobre un viejo capitel prerrománico
reaprovechado del primitivo templo.
En el interior, la obra románica se centra en el transepto o crucero, en el cual de forma
sorprendente se prolongan las naves laterales, siguiendo así el modelo de Santiago de
Compostela, de las iglesias de peregrinación. Los capiteles que decoran esta parte del
templo aportan una gran riqueza decorativa y una gran originalidad con escenas de la
Epifania, representaciones de los pecados, del demonio o una artistica colección del
bestiario medieval en el cual destaca la escena de un Sagitario disparando a una
Harpía.
La parte gótica de la Catedral tudense luce en todo su esplendor en la portada
occidental. Esta se halla cobijada por un pórtico del siglo XIII, con una curiosa
representación de la Anunciación en sus esquinas, el Ángel en un lado y la Virgen de la
O en el otro, éstas del siglo XIV.
La portada principal de la Catedral acoge un conjunto escultórico de gran valor. Sería
realizado, aproximadamente entre 1210 y 1225, año este último de consagración de la
Catedral. Se considera éste el primer conjunto escultórico gótico de la Peninsula
Iberica. En el se destacan las estatuas-columnas representando en el lado del
evangelio, y de izquierda a derecha, a Moisés, Isaias, San Pedro y San Juan Bautista;
del lado dela epístola tenemos al profeta Daniel, San Andrés, la reina Berenguela y el
rey don Alfonso IX.
En el tímpano se desarrollan los misterios gozosos de la Santísima Virgen; de abajo
a arriba y de derecha a izquierda; la Anunciación del Angel a María, San José, el
Nacimiento (con una curiosa figuración en la que la Virgen se halla en una cama con
dosel, motivo orientalizante de gran originalidad), y la Anunciación a los pastores;
en el segundo registro desde la izquierda encontramos la entrevista de los Reyes
Magos con Herodes (éste representado con un curioso cruce de piernas, signo de su
personalidad), la Adoración de los Magos y San José. Coronando el conjunto se halla
la representación de la Jerusalén Celeste.
La obra escultórica se atribuye a talleres franceses (Chartres y Laon, predominantemente)
que vienen hasta Tui bajo el patrocinio del monarca Alfonso IX, el cual quedará
reflejado en la portada.
En el interior del templo catedralicio se destacan los tirantes o contrafuertes que
se suceden a lo largo de la nave central. Un problema de cimentación (el contraste entre
los muros de carga románicos y la elevada bóveda gótica) a lo largo de los siglos
obligaría a instalar este curioso sistema para evitar la ruina del edificio. La
edad de los mismos van desde el siglo XV (el más proximo a la portada principal) hasta
1715, junto a los órganos barrocos. Todos ellos fuerón dispuestos antes del gran
terremoto de Lisboa de 1755, y el de 1761, lo cual evitó sin duda la ruina del templo.
Entre las principales capillas de la catedral tudense destaca por su armonía la
del Santísimo, construida entre 1419 y 1464; en ella se halla enterrado en rica
yacija el obispo don Juan Fernández del Soutomaior, quien auspiciaría la
construcción de la capilla bajo la cual se halla, y que se destaca en la imagen externa
de la catedral como una verdadera torre del homenaje. En 1766 se realizaría el
magnifico retablo rococó que preside la capilla.
La capilla de Santa Catalina se halla en el lado sur del edificio catedralicio. Tiene
su origen en el siglo XIV, pero sería totalmente transformada a finales del siglo XVII y
principios del XVIII. Los retablos barrocos que en ella se guardan tienen un gran
valor; el mayor esta presidido por santos de la orden benedictina (San Anselmo, San Benito
y San Mauro) y coronado por la santa titular de la capilla (Santa Catalina de Alejandría)
acompañada de Santa Gertrudis y Santa Teresa de Avila. Actualmente la capilla guarda
el tesoro catedralicio, una interesante colección de orfebrería y ornamentos sagrados
que van del siglo XV al XIX.
Junto a la puerta de la capilla de Santa Catalina, y ocupando el viejo acceso a la misma,
se halla una excepcional "Lamentación de Cristo Muerto", obra realizada en 1520, resto de lo
que fué el Retablo Mayor de la Catedral.
Ocupando el brazo sur del crucero se halla el retablo de la Expectación, obra del
artista de Redondela Antonio del Villar en 1722. La talla de la Virgen de la
Expectación es una obra de gran calidad datable hacia 1600 y realizada pr Alonso M.
Montánchez. Los medallones que rodean el camarin central aluden a los misterios gozosos
(la Visitación, la Anunciación, la Adoración de los Reyes Magos, la Presentación en el
Templo y la Adoración de los Pastores).
En el lado opuesto, hastial norte del crucero, se halla el magnifico Monumento de
Semana Santa, obra de Juan Luis Pereira en 1775. Es casi el único monumento de este
tipo conservado en España; en él predominan las lineas arquitectónicas causando un
notable efecto en el espectador su sobriedad y formas. Se mantiene parcialmente
montada la solemne escalinata que servía para la Adoración del Santismo el Jueves
Santo.
Junto al crucero se hallan los Organos Barrocos, de 1714, obra de Domingo Rodríguez
de Pazos, pródigo artista que dejaría en pocos años en la catedral obras de gran mérito y
originalidad. El órgano mayor está dedicado a San Telmo a caballo, patrono de la ciudad
y de los navegantes. El órgano mediano se dedicó a Santiago Matamoros, figura
también a caballo. La decoración de las cajas de estos órganos resulta curiosa,
apareciendo elementos extraños como mazorcas de maiz o rostros de amerindios, o la
figuración de amazonas y harpías, en un tono y disposición que las asemeja a la
decoración de los mascarones de proa de los navios del siglo XVIII.
El coro catedralicio, hasta 1954 en la nave mayor, se dispone ahora en la Capilla Mayor.
Es una obra de 1699 realizada por Francisco Castro Canseco. La sillería alta está
decorada por una colección de Santos Gallegos (San Rosendo, Santa Liberata, Santa Mariña de
Aguas Santas, etc) con la cátedra episcopal decorada por la figura de San Telmo
policromada. La sillería baja tiene la representación de la vida del patrono de la Ciudad,
San Pedro González Telmo, mientras que el guardapolvo (parte superior) se dispone la
figuración de la vida de la Santísima Virgen María, titular del templo bajo la
advocación de la Asunción.
Flanqueando la Capilla Mayor se halla la Capilla de Santiago, con una curiosa
representación de Santiago Matamoros, obra de 1696, realizada por el artista local
José Dominguez Bugarín. Del otro lado se encuentra la capilla de San Pedro, con un
retablo de 1713 obra de Domingo Rodríguez de Pazos. Este retablo tiene una interesante
represenación de las benditas ánimas, con el cielo, el infierno, el purgatorio y el
limbo. En esta capilla se halla un sepulcro del siglo XIV, correspondiendo problablemente
al obispo don Juan de Castro.
La capilla de San Pedro Gonzalez Telmo se halla en el extremo sur-oriental de la catedral.
Cronológicamente tiene dos partes: la primera realizada por el obispo don Diego de
Torquemada en 1578, en la cual se hace enterrar. Una ampliación de 1732 creará un
espacio de gran belleza arquitectónica, quedando rematada por una elegante cúpula
barroca. Cerrando la capilla se encuentra el altar relicario en donde se recoge una
extensa colección de reliquias, destacando el busto de plata sobredorada de
San Telmo (1777) y las cabezas de plata de San Antimio, San Binardo, San Abundio y
San Valerio, todas ellas del siglo XVI.
El claustro catedralicio es un espacio de gran belleza y armonía. Sería realizado
en la primera mitad del siglo XIII, siguiendo pautas del gótico cisterciense, tal
vez por contactos con el vecino monasterio de Santa María de Oia. La galeria sur
sería rehabilitada a comienzos del siglo XV, en la que se añadirian varios enterramientos
y una torre en su extremo suroeste (torre de Soutomaior). Dentro del claustro
también se halla la vieja sala capitular, románica del siglo XII. la función del claustro
era múltiple, desde lo administrativo, con la presencia de la Sala Capitular, funerario, con
enterramientos de toda condición, y cultural, con capillas dispuestas en todo su
ámbito. Además hay que añadir la función residencial, al ocupar parte del claustro el
viejo palacio episcopal (semidesmontado en las grandes obras de restauración de los
años sesenta) originado en el siglo XVI, y conservado en su sobria fachada oriental.
Las caracteristicas de la Catedral tudense son únicas. Su perfil torreado y almenado
le confiere una imagen guerrera que no pasa desapercibida aunque esta no debe
olvidar su principal funcion: la religiosa. La importancia de la catedral tudense
viene reflejada por la influencia ejercida durante los siglos medievales cuando
la diócesis de Tui ocupaba el territorio entre el Miño y el río Limia, en Portugal.
Principalmente la influencia se señala en el románico con la mayor parte de las
iglesias y conventos realizados en esta época imitando el arte implantando en el
templo tudense, tanto en la orilla gallega como en la portuguesa.
Texto: Suso Vila
Edita: Ilustrisimo Cabildo Catedralicio de Tui
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