Los iberos (ibers) habitaron la fachada oriental de la península ibérica entre los siglos VI y II antes de Cristo. La vida cultural de los iberos variaban de un
territorio a otro. Los que habitaban la zona valenciana fueron denominados edetanos y contestanos por algunos viajeros y geógrafos grecolatinos.
Constituían una sociedad jerarquizada gobernada por una élite que organizaba la explotación del campo y controlaba las relaciones comerciales de las
ciudades fortificadas. La vida cotidiana se desenvolvía en casas donde no solo se cocinaba, se comía y se dormía, sino que también se llevaban a termino actividades
artesanales y metalúrgicas, y hasta el culto a los antepasados y a las divinidades.
Las estructuras prerromanas actualmente visibles corresponden a un momento que cabe situar entre los siglos IV y I antes de Cristo. En la zona alta del poblado, las
viviendas se localizaban de un costado al otro, con una calle central, mientras que en la parte mas baja se ha documentado un edificio de grandes dimensiones y un posible
espacio de carácter cultural, alrededor de una gran cisterna rupestre, donde se localizaban distintos departamentos adosados y parcialmente integrados en la muralla, destinados
a actividades de transformación y almacenamiento y donde destaca una prensa. También hay un pequeño barrio extramuros en el flanco Sur. Las casas son de planta
rectangular, construidas sobre un zócalo de mampostería y muros de adobe, con sus puertas abiertas a las calles.
Fuera del poblado se encontraba el cementerio de incineración, un ritual característico de los pueblos iberos y celtibéricos, aunque los difuntos se inhumaban bajo el suelo
de las casas; en el Molón se han encontrado tres enterramientos individuales y uno doble. También se ha identificado extramuros una cueva santuario, donde la comunidad
debía celebrar ritos religiosos y festividades.
Para su defensa se utilizaban las laderas rocosas y escarpadas de la muela, aunque allí donde la pendiente era menos abrupta se construyó un potente sistema defensivo
compuesto por una muralla, complementada con dos torres a la entrada principal para carros, al Oeste y por un gran bastión precedido de una torre, una antemuralla y un
foso tallado en la roca en la parte mas accesible de la colina al Nor-Este.
En las zonas llanas se fueron a establecer granjas y tierras de cultivo, alrededor de un conjunto destacado de lagunas hoy desaparecidas, mientras que la montaña y el bosque van
a ser utilizadas por la ganadería y para la obtención de materias primas. En el poblado también hubo una actividad metalúrgica importante, que va generar una gran cantidad de
residuos de fundición. Uno de los recursos mas valiosos fue el agua, como lo demuestra las tres cisternas para abastecimiento de sus habitantes, todas talladas en la roca.
Dos de estas, están dentro del perímetro murado y podían almacenar hasta 245.000 litros y la tercera se sitúa extramuros, al costado del camino de acceso, con mas
de 20 metros de profundidad.
El Molón fue ocupado entre el siglo VII y la segunda mitad del siglo I ac. Su máximo apogeo tuvo lugar durante el siglo IV cuando se fortifica con potentes defensas y
a partir de aquel momento se configura como un pequeño "oppidum" que organiza el territorio circundante, ocupando una posición privilegiada en la zona de frontera entre los
pueblos iberos del sur y los celtiberos al norte. Durante la época romana el lugar debió ser frecuentado y reocupado durante la Alta Edad Media (siglos VIII-X dc) cuando albergó
un asentamiento islámico de una cierta entidad.
Era un poblado inexpugnable, en el cual las defensas naturales se complementaban con la construcción de potentes fortificaciones. Toda la organización urbana del poblado
se va a adaptar al recinto amurallado y muchas edificaciones se construyen adosadas a la muralla, con sus puertas hacia las calles o espacios abiertos interiores. El camino
conduce a la puerta principal, se conservan las rodadas de los carros ibéricos en la roca, los entallamientos donde se abrían las puertas del poblado y los restos de dos torres
de flanqueo, actualmente arruinadas. En la fachada Norte se conserva a lo largo de mas de 100 metros un tramo de muralla magníficamente conservado, construido con
sillares rectangulares de caliza toscamente escuadrados, que habría estado rematado por adobe.
Diversas obras defensivas entre las cuales destaca una terraza y un foso, protegen
el extremo Norte-Este del poblado donde se abrían un pórtico y una puerta.
En el interior inmediatamente a esta zona encontraremos un barrio completo donde destaca una gran vivienda con diversas
estancias que ocupan la zona central, al lado de una de las
tres cisternas rupestres del poblado, además de un espacio de culto, un pequeño lagar y áreas de almacenamiento.