Al poco de pasar Liria, nos desviamos por la CV-339 (Liria-Alcublas). En el kilómetro 14 de la citada carretera se coge un sendero a mano
izquierda que nos lleva andando en diez minutos al yacimiento. Obligatorio pedir la llave del recinto vallado en la Oficina de Turismo de
Liria. La señalización al yacimiento es nula.
Hablamos de un núcleo habitado entre el siglo IV y el siglo III a.c construido sobre un altozano poco elevado.
Básicamente se compone de una calle central a la que asoman
las distintas dependencias o habitaciones. El conjunto queda rodeado por un recinto amurallado con una extensión aproximada de
70 x 15 metros (1.000 m2).
Al poblado se accede a través de un
corto camino en pendiente que nos lleva directamente a la
entrada al poblado que se realizaba por una puerta en forma de codo que disponía de dos batientes de madera y era lo suficientemente
ancha para que por ella pudieran pasar carros. Traspasada la puerta y después de una pequeña subida se llegaba a una especie de plaza,
que gira en 180 grados y comunica con la
calle principal a donde daban diversas
habitaciones de índole comunitario: la almazara, la fragua, el granero, la bodega, la despensa etc.
El poblado está construido en ligera pendiente, siendo las habitaciones principales las situadas en la parte más baja.
En uno de sus ángulos un conjunto de cinco habitaciones
formaban la residencia aristocrática del jefe del poblado. Lo formaba una habitación para vivienda, y el resto para diversos usos; algunas de ellas
con dos alturas y la principal con una segunda puerta de salida al exterior del recinto amurallado. Estas habitaciones quedaban separadas de la
calle central por un
pequeño murete que las hacía más independientes.
Desde esta plaza partía la única calle que como hemos dicho daba servicio a la totalidad de las dependencias del poblado, compuesta
básicamente de viviendas y talleres. En el centro de la calle ya casi llegando a la parte más alta del poblado se encuentra un
foso rectangular que era usado como cisterna para el abastecimiento de agua.
El castellet de Bernabé era un poblado autosuficiente dedicado a la actividad agraria y ganadera, e independizado parcialmente de su
capital
Edeta. La base de su economía era el pan, el vino y el aceite; y entre el ganado, las ovejas, la cabaña porcina y caprina.
Disponían de perros y algunos caballos de utilización exclusiva por la élite guerrera y que eran usados para la caza y la guerra.
Las viviendas tenían un zócalo de piedra y sobre ella se levantaban las paredes que eran de adobe; el techo de la vivienda era en forma
de terraza plana y algunas de ellas disponían de un piso alto y alguna de un pequeño semi-sótano al que se bajaba por una
escalera de piedra.
A los pisos altos se accedía bien a través de una escalera adosada a la vivienda, bien
a través de escaleras de madera no fijas apoyadas en la pared.
Se calcula que el número de habitantes podía llegar a la cincuentena, y se componía básicamente de
una familia aristocrática-guerrera que ejercía el control sobre un capataz y este a su vez sobre el resto de la población que ejercían las labores
agrícolas y ganaderas.
Se ha dicho de la sociedad íbera que era una cultura absentista, en la que el hombre se ausentaba del poblado al amanecer y se marchaba
a realizar las labores encomendadas, no volviendo al poblado hasta el anochecer. La vida comunitaria y organizativa quedaba en manos
de las mujeres que se encargaban de la economía y el gobierno del poblado. Era por tanto una sociedad matriarcal.
Por los rastros de incendios que se han encontrado y algunas armas desperdigadas, se cree que el poblado fue tomado al asalto y nunca más
volvió a estar habitado.
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