La presente historia la enmarcamos en el periodo en la cual Roma pretendía hacerse con el
dominio de la Península. Los romanos luchaban contra Cartago por el control del Mediterráneo,
mientras en la otra parte de la península, en la actual Portugal y en la zona suroccidental,
un pueblo de raíz celta pero asentado en la península, los lusitanos, se enfrentaban al poder de Roma.
Lo que hoy es la Península Ibérica, era conocida como Iberia por los griegos, más tarde los
romanos la denominarían Hispania, y de aquí a España no hay mas que un paso.
Por aquel entonces lo que hoy es Portugal y parte de Extremadura, lo habitaban un pueblo de
pastores, los lusitanos, que luchaban contra el poder de Roma, por la simple supervivencia
de su forma de vida, de sus tierras y su independencia.
No sabemos los motivos exactos, pero el caso es que el
pretor romano Galba tendió en el 151 a. C. una trampa a los jefes lusitanos haciendo una escabechina entre
ellos. Galba hizo acudir a los lusitanos hasta su campamento con la excusa de dividir tierras entre ellos, una vez reunidos, mató a un gran número de ellos y a otros muchos
los redujo a la esclavitud. Viriato lograría escapar de la matanza.
De esta traición nacería a la historia nuestro personaje que se haría famoso en toda la península ibérica;
su nombre Viriato (Viriathus). No se sabe su lugar de nacimiento, pero se cree que sería sobre
el 180 a. C. siendo asesinado por los romanos en el 139 a. C.
En la escuela nos enseñaron que Viriato era un pastor lusitano que venció a los romanos en
repetidas ocasiones, ciertamente así debió ser, pero también demostró ser un estratega de
primer orden, estableciendo una guerra de guerrillas que unido al conocimiento del terreno, y
a la movilidad de sus guerreros, permitió vencer uno tras otro a todos los generales romanos
que le iban enviando.
Así durante el periodo del 147 al 139 antes de Cristo, venció sucesivamente a Cayo Vetilio,
Cayo Plancio, Unimanus y Cayo Nigido, todos enviados por Roma para aniquilarlo. Por útlimo
Serviliano Cepión llegó a un tratado de paz con Viriato, pero el senado de Roma no quiso
ratificarlo y así Marco Pompilio Lenas sobornó a Audax, Ditalco y Minurus que habían sido
enviados por Viriato al campamento romano para firmar la paz.
A la vuelta de los traidores al campamento de Viriato, estos lo mataron mientras dormía.
Cuando los asesinos fueron en busca de la recompensa prometida por Marco Pompilio,
el cónsul Escipión ordenó que fueran ejecutados por traidores, al tiempo que les decía "Roma no paga traidores".
Lo que no sabemos es si fueron ejecutados para ahorrarse el dinero de la traición, por
convencimiento militar de que los traidores nunca son de fiar, o por la admiración que los
romanos pudieran sentir por Viriato como adversario militar.
No lo sabemos, sencillamente porque la frase aludida es con toda seguridad apócrifa y aunque los acontecimientos bien pudieran
desarrollarse de esta manera, la frase que no la historia, es más literaria que real.
La muerte de Viriato 1808 307 x 462 cm. José Madrazo 1781-1859 Museo del Prado |
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