Quod scripsi, scripsi (lo escrito, escrito está), es una frase latina atribuida a Poncio Pilatos, prefecto de la provincia romana de Judea, en el momento de la crucifixión y muerte
de Jesús. La frase ha pasado a la historia a través del evangelio de san Juan (Juan 19:22), el único de los cuatro evangelistas que la cita.
Jesús fue presentado por los sacerdotes judíos ante Poncio Pilatos acusado de sacrilegio, por proclamarse hijo de Dios, un delito capital para la ortodoxia judía. En Judea, el único que
podía condenar a muerte a un prisionero era la autoridad romana, de ahí que fuera presentado ante Pilatos.
Lejos de lo que se pudiera suponer, para los romanos el
hecho de que una persona se proclamase hijo de Dios no era un delito especialmente grave, por lo que Pilatos no vio delito alguno en las palabras de Jesús. El Sumo
Sacerdote (Caifás) sin embargo deseoso de ver muerto a Jesús, no cejó en su empeño y añadió un nuevo delito: que Jesús se había proclamado rey de los judíos.
Si tolerantes eran los romanos
con las cuestiones religiosas, no lo eran tanto cuando alguien se proclamaba rey, ya que para los romanos solo había un rey, y este era el Cesar, el emperador de Roma, proclamarse
rey, era un delito de alta traición y la pena era la muerte. No obstante Poncio Pilatos se dio cuenta que el delito era una trampa de Caifás, pero no deseando contrariar
a los sacerdotes, condenó a Jesús a muerte y se lavó las manos en señal de que Jesús era inocente.
Jesús fue condenado a morir crucificado; como era norma habitual en estos casos, se colocó una tablilla de madera (titulus) en la parte superior de la cruz, con el nombre
del reo y el delito cometido. La inscripción escrita en arameo, latín y griego decía: Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum (INRI), que se traduce como Jesús de Nazaret (su
nombre), rey de los judíos (el delito cometido). Era una forma de informar a todo aquel que presenciara la cruz, cual era el destino que le deparaba, al que osara cometer el
mismo delito.
La tablilla no pareció convencer a los sacerdotes, e indicaron al prefecto romano que no pusiera "rey de los judíos", sino otra expresión parecida que no pudiera dar lugar a una mala
interpretación, Poncio Pilatos interrumpió al Sumo Sacerdote y le dijo: quod scripsi scripsi (lo escrito, escrito está).
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