Frases en la historia
¡Desperta, ferro!

¡Desperta, ferro! es una expresión en catalán que literalmente quiere decir ¡despierta, hierro! Esta expresión o grito de guerra era utilizada por los almogávares antes de entrar en batalla.

Los almogávares eran unas tropas de infantería ligera que luchaban como mercenarios a las ordenes de la corona de Aragón en los siglos XIII y XIV. Aunque su existencia está documentada también en otros territorios hispanos, fueron las tropas al servicio de la corona de Aragón aquellas que más destacaron en el campo de batalla y en episodios históricos. Los almogávares eran reclutados entre personas de baja extracción social (campesinos, pastores, asaltantes etc.), gentes capaces de vivir sobre el terreno, acostumbrados a la dureza de la frontera, al clima extremo y a subsistir con lo mínimo. Su ferocidad y crudeza fue temida en todo el ámbito mediterráneo, pues luchaban en condiciones de extrema violencia.

La frase en su transcripción original era ¡desperta, ferres!, evolucionando hacia el actual desperta ferro. El nombre de almogávar proviene de la voz árabe mugâvir en el sentido de aquel que realiza algaras o algaradas (correrías en territorio enemigo) con ánimo de obtener un botín al tiempo que aterrorizar al enemigo.

La frase en particular tiene su origen en un hecho que realizaban estas tropas antes de entrar en combate, consistía en que mientras gritaban a pleno pulmón ¡Despierta hierro, despierta!, golpeaban con la parte metálica de las lanzas (conocidas como azconas) las piedras hasta que saltaban chispas por los golpes, por lo que los gritos y el espectáculo pirotécnico que provocaban debía atemorizar al enemigo. Su ferocidad en el combate hacia el resto.

Los almogávares participaron muy activamente en la conquista de Sicilia a las ordenes del rey Pedro III de Aragón. Después de la paz de Caltabellota de 1302 entre la casa francesa de Anjou y la casa de Aragón, los almogávares salieron de Sicilia y al mando de Roger de Flor (* Brindisi, Italia ca. 1267 † Adrianópolis, 05-04-1305) se dirigieron a Constantinopla para ponerse al servicio del emperador de oriente Andrónico II Paleólogo. La entrada de Roger de Flor y sus almogávares en Constantinopla (1303) al servicio del emperador fue considerado en su momento como un hecho histórico.

Los almogávares pelearon contra genoveses a los que derrotaron y contra los turcos otomanos que minaban la seguridad del imperio bizantino, demostrando una fiereza y una violencia que los enemigos no podían superar. Además la mayoría de las veces los almogávares luchaban en inferioridad numérica. Tal fue la fama que se ganaron los almogávares que temeroso el emperador de su jefe Roger de Flor († 1305), lo hizo asesinar, lo que provocó que faltos de un jefe carismático, estos en venganza se dedicaron a asolar durante siete años el territorio bizantino de la Anatolia. A este periodo, la historiografía la ha denominado, la venganza catalana.

Después de asolar Anatolia, como mercenarios pasaron a servir a los señores de los ducados de Atenas y Neopatria; cuando estos los traicionaron, se levantaron contra sus antiguos señores y los derrotaron, adueñándose de ambos ducados y poniéndolos solo de manera nominal al amparo de la corona de Aragón.

La historia de los almogávares y su paso por territorio bizantino (Anatolia y Grecia) y por Sicilia es conocida por uno de sus integrantes: Ramón Muntaner (* Perelada, Gerona 1265 † Ibiza 1336). Muntaner escribió una crónica sobre la que era conocida como Gran Compañía Catalana, es decir los almogávares. De origen noble, la vida lo llevó a unirse a Roger de Flor y a participar en las aventuras de estos mercenarios. Al regresar a Aragón, escribió la crónica que lleva su nombre entre 1325 y 1328, donde nos hace un excelente relato de todos los avatares bélicos. Esta crónica fue escrita en la población de Casas de Bárcena, en el Reino de Valencia.