Ficha Técnica
Dimensiones: 1,15 x 0,85mts.
Tipo de cuadro: óleo sobre lienzo
Fecha de la obra: hacia 1610-1614
Domenicos Theotocopoulos El Greco (1540-1614)
Pintura Española (Siglo XVI)
Según algunos investigadores Domenicos Theotocopoulos El Greco pudo pintar este San Sebastián
para su capilla funeraria. En el inventario de sus bienes se mencionan cuatro versiones sobre
este tema, que es una imagen muy recurrente en su producción.
La vida de este santo la relató el arzobispo hagiógrafo Jacobo de la Vorágine en su Leyenda
Dorada, historias que fueron muy utilizadas como fuente literaria por los artistas en sus
pinturas.
San Sebastián era centurión en los tiempos del emperador Diocleciano, y su oficio consistía
en dar escolta a los emperadores. Por alentar a sus amigos Marcos y Marcelino a permanecer
fieles a la fe cristiana fue denunciado, y el emperador mandó que lo ataran a un árbol para
que los arqueros dispararan sus arcos y lo mataran a flechazos. Según la fuente antes
referida "lo dejaron convertido en una especie de erizo". Pero Sebastián no murió: alguien
lo desató y le curó sus heridas. Una vez restablecido continuo su misión de reprochar la
crueldad de Diocleciano hacia los cristianos. Éste, asombrado porque lo creía muerto, dio la
orden de flagelarlo y apalearlo hasta confirmar su muerte. Luego para que los cristianos no
pudieran recuperar su cuerpo, fue arrojado a la Cloaca Máxima de Roma. Pero el santo se
apareció a santa Lucía, mientras ésta dormía, y le reveló el lugar donde estaba su cuerpo para
que le dieran santa sepultura.
Los pintores habitualmente utilizaron el primer martirio para su iconografía, con total
ignorancia del segundo. Desde el Renacimiento italiano es común presentar a Sebastián sin
ropas, atado a la columna y atravesado de flechas: pretexto artístico que los artistas
emplearon para recrearse en el estudio del cuerpo desnudo.
El pintor cretense, en esta magnífica obra tardía, también representó de ese modo al
centurión. Se recreó en unas formas corporales alargadas, características del estilo de
este artista, con sus brazos atados a un tronco de árbol. La composición tiene un punto de
vista bajo que deja vislumbrar, como en una aparición, la ciudad de Toledo.
El fragmento superior de esta obra fue un regalo al Museo de la condesa viuda de Mora y
marquesa de Casa-Riera en diciembre de 1959. La parte inferior, un fragmento con unas piernas
que se sospechaba que eran de un san Sebastián, aparece en una colección sevillana en 1962.
Lo compró el Museo del Prado en 1987. Se desconocen las razones por las que el lienzo sufrió
semejante mutilación.
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