Este es el segundo de los cuadros que con el tema de "Santa Margarita" le fue encargado a Tiziano por
el rey Felipe II. Lo pintó hacia 1565 y, según se cree, debe ser el mismo lienzo que Francisco
Pacheco citaba en su Arte de la pintura y que situaba expuesto en la iglesia madrileña de
San Jerónimo del Prado (aunque se ha sugerido recientemente que lo que vio Pacheco bien
pudo ser una réplica). La primera versión, fechada hacia 1552, se conserva en la actualidad
en el Monasterio de El Escorial.
Una de las fuentes literarias más utilizada por los artistas para sus representaciones de santos fue
La Leyenda Dorada, célebre recopilación de temas hagiográficos escrita en latín en el siglo XIII por el
dominico genovés Jacobo de Vorágine. Según este autor, Margarita, nacida en Antioquia en el
siglo III, era hija de un sacerdote pagano. Criada y educada en la religión cristiana por su nodriza, fue
bautizada al llegar a la pubertad, lo que provocó la ira de su padre que la echó de casa sin
contemplaciones. En una ocasión, estando en el campo cuidando sus ovejas, pasó el gobernador y
quedó seducido por su belleza. Quiso hacerla su esposa, pero como ella se negó, alegando que estaba
consagrada a Cristo, la mandó encerrar en un calabozo donde se hallaba un enorme dragón que intentó
devorarla. Margarita hizo la señal de la cruz y el monstruo desapareció. Jacobo de Vorágine nos
ofrece, por lo demás, un segundo desenlace: el dragón la devoró, y la cruz trazada por ella
creció hasta partir en dos el cuerpo de la bestia permitiéndole salir ilesa del cuerpo del monstruo.
Finalmente fue decapitada.
Tiziano la representa emergiendo victoriosa de las fauces del animal con la cruz en una de sus manos. El
gracioso juego de tensiones entre los brazos y la cabeza, que giran en sentido opuesto, y la pierna desnuda
adelantada, fue un recurso compositivo muy repetido por el pintor en sus representaciones de esta santa, y
que revela la deuda por él contraída con la Santa Margarita de Rafael del Kunsthistorisches Museum de Viena.
Una gran roca cierra la composición por la derecha, mientras que la zona izquierda, realizada con gran
soltura de pincelada, se abre a unos cielos tormentosos bajo los que se divisa una extensión de agua y
una ciudad, probablemente Venecia, envuelta en llamas. El paisaje oscuro del fondo contrasta con la
figura fuertemente iluminada.
El lienzo -firmado "Tizianus" a la derecha, a la altura de la cabeza- se cita en los inventarios
de 1666, 1686 y 1700 del Alcázar de Madrid. En 1746 figuraba en el Palacio del Buen Retiro. Pasó
después al nuevo Palacio Real e ingresó en el Museo del Prado en 1821.
Texto y foto: http://museoprado.mcu.es
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