El nombre de Termópilas alude a un manantial de aguas termales que se
encuentra en el lugar, ya que literalmente Termópilas quiere decir "puertas calientes".
La leyenda cita un antiguo mito griego en el cual se cuenta, que
Hércules (Heracles) encontrando próxima la hora de su muerte y sintiendo en su piel el
quemazón que le causaba la túnica del centauro Neso, se arrojó al río Traquis
(junto a las Termópilas) para aplacar el quemazón, muriendo ahogado, pero las aguas del río conservaron el calor del héroe.
La batalla de las Termópilas tuvo lugar en 480 a. C. en el marco de la segunda guerra médica entre griegos y persas y nos ha sido
narrada por el historiador griego Heródoto († 425 a. C.).
El contexto histórico hay que enmarcarlo en el siglo V a. C. cuando muerto el rey persa
Dario I seis años después de la batalla de Maratón, le sucedió su hijo Jerjes I que continuó la
política expansionista de su antecesor. En ella encontró nuevamente a su enemigo natural, las
polis y ciudades griegas.
Ante el peligro persa, las ciudades griegas se reunieron en Corinto y eligieron al
rey de Esparta, Leónidas para enfrentarse a las tropas persas en el paso de las Termópilas.
El lugar de las Termópilas era un desfiladero estrecho que daba acceso a la Hélade
desde el Norte. Hacia este lugar se aproximaba un potente ejercito persa al mando de su rey Jerjes. Por otra parte la flota persa navegaba por la costa
dando apoyo a la fuerza terrestre.
Las tropas griegas que se situaron en el paso la componían siete mil hombres de
diferentes polis o ciudades, al mando de las cuales se encontraba Leónidas rey
de Esparta, mientras que las tropas persas pasaban de 250.000 soldados, entre los
cuales se encontraban los conocidos como "inmortales", una unidad de infantería persa
compuesta de 10.000 hombres escogidos.
El ejercito persa llegó al desfiladero de las Termópilas defendido por las tropas helenas.
El rey persa Jerjes envió un emisario para hacer llegar a Leónidas la oferta de
rendición: les perdonaría la vida si entregaban las armas, a lo que el rey de Esparta contestó: "Venid a cogerlas".
También se cuenta que ante esta respuesta el emisario persa les dijo que si no
se rendian las flechas persas ocultarían el sol matándolos a todos, a lo que un
espartano llamado Dienekes dijo: "mejor, así pelearemos a la sombra".
En el enfrentamiento y dada la estrechez del desfiladero las tropas griegas
llevaban las de ganar, pero en esto surgió un traidor llamado Efialtes que
informó a Jerjes de la existencia de un sendero por el que podrían atacar por
la retaguardia a las tropas griegas que defendían el paso.
Al darse cuenta los griegos de la traición, decidieron retirarse del lugar, todos
menos el rey Leónidas y los trescientos espartanos que con él habían llegado.
En el paso murieron Leónidas y sus trescientos hombres, pero este gesto permitió
a toda la Hélade, ganar el tiempo suficiente para preparar la flota y asi poco mas tarde
derrotar a la flota persa en la batalla naval de Salamina (480 a. C.). Al año siguiente en 479 a. C., las tropas persas fueron nuevamente
derrotadas en la batalla de Platea, con esta batalla se dio por terminada la segunda guerra médica y los persas tuvieron que regresar a sus fronteras.
En el lugar de la batalla, hoy día, se recuerda la hazaña con una escultura de Leónidas y una lapida que reza así:
"Viajero, ve y dile a Esparta que los que aquí reposan cayeron en defensa de sus leyes".
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