Aunque no se conoce dato alguno sobre la gestación de este cuadro, se cree que fue
pintado por Poussin en Roma para Cassiano dal Pozzo, entre los años 1637 y 1638. Se
ignora, asimismo, la fecha de su ingreso en las colecciones reales españolas, siendo
mencionado por primera vez en el inventario del Palacio de Buen Retiro, realizado
en 1701 tras la muerte de Carlos II, donde constaba únicamente como "original de Italia".
La primera atribución de esta pintura a Poussin data del inventario de las colecciones
reales fechado en 1794. Según el investigador Anthony Blunt, el lienzo debió formar
pareja, por su estilo y dimensiones, con el titulado Danza en honor de
Príapo -actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sao Paulo- que estuvo también en el
Buen Retiro y fue sacado de España durante la invasión napoleónica.
La pintura se inspira en una antigua fábula de la mitología griega, conocida
como "La cacería de Calidón", citada ya en La Ilíada y recogida después por distintos
autores, entre otros el poeta latino Ovidio en sus Metamorfosis.
Su protagonista, Meleagro, era hijo de Eneo y Altea, reyes de la ciudad de Calidón,
en Etolia. Las Parcas habían vaticinado a sus padres que su hijo viviría el tiempo que
tardara en consumirse un tizón que ardía en el hogar. Entonces su madre lo retiró del
fuego y lo guardó en lugar seguro. Más tarde, Eneo olvidó hacer un sacrificio a
Diana, diosa de la caza, y ésta se vengó enviando al país un jabalí de prodigioso
tamaño y ojos centelleantes que asolaba los campos y hacía huir despavoridas a sus
gentes. Meleagro, resuelto a exterminarlo, organizó una expedición con los más
valerosos guerreros de toda Grecia, y convocó también a Atalanta, joven princesa
arcadia famosa por sus dotes de cazadora.
Una vez penetraron en el interior del bosque donde se hallaba el jabalí, los hombres se
dispusieron a su captura, pero fue Atalanta la primera en herirle con una de sus
flechas. Después, Meleagro le remató con su espada y ofreció a la joven la cabeza y la
piel del animal como trofeo. Este gesto provocó las protestas de los dos tíos maternos
de Meleagro, quien, llevado por la ira, les dio muerte allí mismo. Cuando Altea
tuvo conocimiento del fatídico suceso, echó el tizón al fuego, extinguiendo de este
modo la vida de su hijo. Poussin representa aquí el momento de la salida para la caza.
Jinetes armados, ojeadores y perros componen esta escena resuelta a la manera de un
relieve clásico. Atraen la mirada del espectador los tres tipos de caballos del primer
plano: el caballo encabritado, que monta Meleagro, el caballo al paso, sobre el que
cabalga Atalanta, y el que gira violentamente la cabeza hacia el fondo en sentido
opuesto a la de su jinete. Sobre un hermoso paisaje con colinas y nubes coloreadas
destacan las estatuas de Diana y la de Pan, divinidad de los bosques.
Texto y foto: http://museoprado.mcu.es
|