Danae. 161 x 193 cm. Galería Borghese, Roma, Itala
Una de las obras mas famosas que posee la Galeria Borghese es la Danae de Correggio, perteneciente
a la serie que describe los amores de Jupiter. Encargada al pintor por el duque Federicio Gonzaga, durante
la estancia de aquel en Mantua, poco antes de 1530, fecha en que los lienzos fueron ofrecidos al
emperador Carlos V con motivo de su coronación.
Los azares determinarón que esta obra pasara sucesivamente a manos del escultor Pompeo Leoni, al
emperador Rodolfo II, a Cristina de Suecia y, por donación de ésta, al cardenal Decio Azzolini.
En el siglo XVIII se hallaba en manos de Livio Odescalchi, quien la vendió al duque de Orleans; de éste
pasaría a la colección londinense del duque de Bridgewater, luego a Henry Hope y, por último, tras
venta celebrada en Paris a Camilo Borghese.
El cuartelado del lienzo, abrupto e irregular, es fiel reflejo de la diversidad de circunstancias ambientales y
de los numerosos desplazamientos que ha conocido esta magnifica composición, invadida por una luz
dorada que concede a los cuerpos la morbidez sensual que es exclusiva de Correggio.
El pintor se propone describir el suceso de la intromisión de Jupiter en los aposentos de Danae. Según el
relato mitológico, esta doncella había sido recluida por su padre, Acrisius, rey de Argos, en una torre
de bronce. El monarca habia sido advertido por un oráculo de que recibiría la muerte de manos de su
nieto. A pesar de las precauciones, Júpiter consumo sus amores con Danae transformándose en nube
áurea, y de ellos nació Perseo, quien tras multiples aventuras cumpliría lo predicho por el oráculo.
Correggio evoca a Júpiter en la masa vaporosa que flota sobre el lecho, de la cual procede la cálida luz
que baña las figuras. La doncella se halla reclinada, como resistiendose a retirar la sábana, que la cubre
precariamente, a instancias de un Eros de apariencia adolescente. Dos infantiles cupidos afilan sus
flechas junto a una mesa en la que aparece el carcaj. El desnudo femenino adopta una postura de gran
originalidad, con una pierna al lado del lecho y la otra flexionada sobre él. Tal actitud poseé una
elevada carga de erotismo, y no tendrá continuidad en la pintura hasta la aparición, en la escuela
francesa del siglo XVIII, de un género frivolo y voluptuoso que tiene en Boucher a su máximo representante.
La figura de Eros, con su brazo extendido y el rostro dirigido hacia la nube parece indicar a Júpiter que
Dánae se halla presta a recibirlo, responde también a un propósito de originalidad compositiva. Como en
muchos otros lienzos de Correggio, la posición de los personajes, sus brazos, manos y cabezas, fué cambiada
en el trascurso de la ejecución, circunstancia que manifiesta el análisis radiográfico del lienzo.
A la morbidez de los cuerpos, con sus suaves calidades de "sfumato", corresponde un tratamiento agrisallado
de los ropajes del lecho y la representación de los cortinajes y el mobiliario con una gama sorda que sirve
para ensalzar los valores del desnudo.
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