Artemisa, una de las primeras obras maestras de Rembrandt, es el único lienzo seguro del artista que posee el
Museo del Prado y uno de los pocos ejemplos de pintura holandesa que se exponen en él. El cuadro fue adquirido en 1769
por Carlos III, con la intervención del pintor de origen bohemio Anton Rafael Mengs, en la venta de los bienes del
Marqués de la Ensenada, en la que fue tasado en 2.500 reales.
El asunto representado por Rembrandt ha suscitado dudas. Se cree que la figura del cuadro sería Artemisa, reina de
Caria -territorio situado en Asia Menor, en la actual Turquía- que vivió en el siglo IV a.C. Artemisa fue célebre en su
tiempo por el dolor que experimentó tras la muerte de Mausolo, su marido y hermano, en el año 352 a.C, en cuya memoria
ordenó erigir un monumento en Halicarnaso, capital del reino, que fue citado en la Antigüedad como una de las siete
maravillas del mundo. Por extensión, se dio el nombre de Mausoleo a toda construcción funeraria de gran magnificencia.
De tratarse de Artemisa, el cuadro de Rembrandt representaría el momento en que toma de manos de una sirvienta
una copa conteniendo una infusión con las cenizas de su esposo.
Se ha pensado que también podría representar el instante en que Sofonisba, la hija del general cartaginés Asdrúbal -distinguida
en su tiempo por su belleza y coraje- está a punto de tomar el veneno que le manda beber su esposo Masinisa, prisionero, para
evitar que cayera en manos de Escipión, su mortal enemigo.
La soberbia figura femenina -lujosamente vestida en tonos blancos, amarillos y grises, con cuello de armiño, amplias
mangas bordadas y adornada con perlas- destaca, iluminada con una maravillosa luz dorada, sobre la misteriosa penumbra
del fondo en la que se advierte la presencia de una anciana apenas esbozada.
La obra está firmada en el brazo el sillón: "Rembrandt, f. 1634", año del matrimonio del pintor con Saskia van Uylenborch. La
fecha de realización de la misma, los rasgos de la modelo, muy semejantes a los de su esposa, y el propio tema elegido,
sea cual sea el personaje histórico al que hace alusión, parecen indicarnos que Rembrandt exalta aquí las excelencias del
amor conyugal.
Texto y foto: Museo del Prado
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