El Descenso de Cristo al Limbo formaba parte de uno de los laterales de un retablo en forma
de tríptico, hoy fragmentado. El panel central representa la Lamentación sobre el cadáver de
Cristo, y actualmente se expone en el Museo del Ermitage de San Petesburgo; el lateral
izquierdo, la Aparición de Cristo a los Apóstoles se da por desaparecido. Evidentemente, el
tema iconográfico general tiene unas connotaciones claras del Triunfo de Cristo sobre la
Muerte.
Conocemos esta disposición del tríptico gracias a una copia atribuida a Ribalta y que se
conserva en Olomuc, (República Checa).
En el lienzo del Museo del Prado aparece Cristo triunfante en el Limbo. La fuente literaria
de este tema no pertenece a los Evangelios canónicos; en cambio sí aparece esta leyenda en
los Evangelios apócrifos de Nicodemo, donde la Bajada al Infierno de los Justos ocurre antes
de la Resurrección.
El estilo pictórico de Sebastiano del Piombo, en los años en que se le encargó este tríptico,
está vinculado aún a su formación veneciana, aunque el artista ya estaba establecido en Roma.
Este vínculo se puede apreciar tanto en el espíritu que une a Cristo con las figuras de Adán
y Eva como en la propia manera de pintar. Sebastiano compone la escena valiéndose de un
elemento arquitectónico clásico, la columna; en el mismo nivel aparece Cristo, con un manto
blanco que ilumina toda la escena, llevando en su mano izquierda la cruz de la Resurrección
mientras que la otra la tiende hacia los Primeros Padres arrodillados ante él. En la figura
del Salvador se pueden apreciar ecos miguelangelescos. Detrás de él, en la sombra, surgen de
las llamas dos hombres, uno de los cuales lleva un madero.
El tratamiento de la iluminación de este lienzo es asombroso: por un parte en la tonalidad
clara del manto de Cristo que irradia luz mientras el blanco de la tela está tratado con
sombras coloreadas, y por otra parte la contraposición que existe entre esta figura luminosa
y el ambiente sombrío con el que el pintor se adelanta a su tiempo y preludia la estética
caravaggiesca.
El tríptico fue encargado en 1516 por Jerónimo Vich y Valterra, embajador en Roma entre 1506 y
1521. Luego pasó a Valencia, al Palacio de los Vich. En el siglo XVII, el bisnieto del
embajador, Diego Vich, entregó la obra a Felipe IV como pago de una antigua deuda.
Velázquez la colocó en la sacristía de El Escorial, y continuó ahí hasta que ingresó en
las colecciones del Museo del Prado, en 1839.
La obra fue restaurada por el taller de Restauración del Museo del Prado en el año 1994.
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