La figura esencial del barroco holandés y una de las más destacadas de toda la historia del
arte pintó un precioso cuadro inspirado en un tema bíblico. Representa la escena contada en
el segundo libro de Samuel (11,2-27), donde se cuenta que el rey David observó a la bella
Betsabé desnuda, antes de acostarse. El rey Urías la invitó a su casa y la dejó embarazada.
Urías murió poco después en la guerra y David decidió tomarla como esposa. El cuadro
representa el momento en que Betsabé, recibe la carta que contiene una invitación del rey y
debe obedecer.
Rembrandt contrajo un primer matrimonio con Saskia van Uylenbourgh, que murió en 1642.
Había contratado en 1646 a una criada, Hendrickje Stoffels, que luego fue su amante, a la
que hizo posar como Betsabé para este cuadro. En él destacan las principales características
del estilo de Rembrandt, el dominio de la técnica del claroscuro, la iluminación
contrastada con la que consigue unos juegos de luces de gran efecto, su acentuado naturalismo,
y el ambiente de misterio de gran riqueza plástica.
Una luz mágica ilumina la estancia y la figura de Betsabé, conjugando de forma excepcional la
sombra del fondo y la claridad. Sus dotes de extraordinario retratista nos muestra el rostro
de Betsabé con la expresión de dramatismo que pide la escena. Ella ha de ir a disgusto a
obedecer al rey.
Texto: Isabel de Armas
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